VIVIR A FONDO | CICLO B – XVII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

29 julio 2024

Jn 6,24-35

En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?»
Jesús contesto: «Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.»
Ellos le preguntaron: «Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?»
Respondió Jesús: «La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado.»
Le replicaron: «¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: «Les dio a comer pan del cielo.»
«Jesús les replicó: «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.»
Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan.»
Jesús les contestó: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.»

Los discípulos inician un camino de búsqueda del Maestro. Su camino es nuestro camino, la búsqueda permanente de Jesús. Jesús les echa en cara sus motivos. ¿Cuáles son mis motivos para buscar al maestro? ¿Satisfacer necesidades primeras? ¿Buscar el bien inmediato? Jesús invita a ir más allá, a buscar lo que perdura eternamente, el Reino. E invita a una búsqueda activa: Trabajad.

Los discípulos, como nosotros, se sienten perdidos ante la llamada de Jesús… ¿Maestro qué he de hacer? ¿Qué obras son las del Reino? Y Jesús, como hizo con la samaritana, se nos ofrece a sí mismo como respuesta: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed”.

¿He planteado mi vida como un trabajo constante por el Reino? ¿Eso se refleja en mis obras?

Jesús, no me pides obras,
no me pides efectividad ni resultados…
Me pides el cambio auténtico…
Confieso sin miedo que tengo necesidad de ti,
que eres el pan y el agua que sacian mi corazón,
que eres mi Buen Pastor
y mi fortaleza en la debilidad.
Señor, yo creo en ti.
Haz fuerte mi fe..
El modelo humano al que nos sentimos llamados no es el hombre o la mujer unidimensional, superactivista, manager, siempre con urgencias y agendas llenas de compromisos, cercano al infarto, sino aquel Jesús que tenía tiempo para todo, para escuchar, para curar, para predicar, para estar en casa de Marta y María, para rezar al Padre y fijarse en los niños, en la samaritana y en la viuda pobre que entregaba todo lo que tenía.
Versión adaptada