VIVIR A FONDO | CICLO B – XIX DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

5 agosto 2024

Jn 6,41-51

En aquel tiempo, los judíos murmuraban de Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían: «¿No es este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?». Jesús tomó la palabra y les dijo: «No critiquéis. Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».

Jesús se nos anuncia, se nos ofrece como Pan de vida. Se nos ofrece… y en nuestras manos está aceptar o no esta oferta. Dejarnos llevar por la atracción del Padre. Para aceptar el Pan de Vida hay que tener hambre de vida. Hay que ser inconformistas y saber distinguir qué es y qué no es vida, qué es y que no es de Dios… Para escuchar al Padre hay que silenciar aquello que no es del Padre, y vivimos en una vida llena de ruidos interiores.
Señor, ¿tengo hambre de vida? ¿Tengo hambre de ti? Señor,
¿soy capaz de silenciar mis ruidos personales para dejarte entrar, para escucharte?
Jesús se nos anuncia, se nos ofrece como Pan de vida. Se nos ofrece… y en nuestras manos está aceptar o no esta oferta. Dejarnos llevar por la atracción del Padre. Para aceptar el Pan de Vida hay que tener hambre de vida. Hay que ser inconformistas y saber distinguir qué es y qué no es vida, qué es y que no es de Dios… Para escuchar al Padre hay que silenciar aquello que no es del Padre, y vivimos en una vida llena de ruidos interiores.
Señor, ¿tengo hambre de vida? ¿Tengo hambre de ti? Señor,
¿soy capaz de silenciar mis ruidos personales para dejarte entrar, para escucharte?
Pan de Vida…, ¿de qué Vida? Está claro que no nos alargará ni un día más nuestra permanencia en esta tierra; en todo caso, nos cambiará la calidad y la hondura de cada instante de nuestros días. Preguntémonos con honestidad: —Y yo, ¿qué vida quiero para mí? Y comparémosla con la orientación real con que vivimos. ¿Es esto lo que querías? ¿No crees que el horizonte pueda ser todavía mucho más amplio? Pues mira: mucho más aún que todo lo que podamos imaginar tú y yo juntos… mucho más llena… mucho más hermosa… mucho más… es la Vida de Cristo palpitando en la Eucaristía. Y allí está, esperándonos para ser comido, esperando en la puerta de tu corazón, paciente, ardiente como quien sabe amar. Y después de esto, la Vida eterna: «El que coma este pan vivirá para siempre» (Jn 6,58). — ¿Qué más quieres?

Fuente: http://www.evangeli.net/dias-liturgicos/IV_179_es.html