Que se cumplan en mí tus palabras, es una oración que hemos oído e incluso que podemos haber pronunciado más de una vez. Aceptar la voluntad de Dios no es nada fácil. Pero quizás durante este Adviento tendríamos que ver que es Dios y no nosotros el que sale al encuentro, que nos está preparando la Navidad y que está deseando venir en plenitud a nuestra vida.
Podemos preguntarnos como María, ¿Cómo podrá ser esto? Puede que pensemos que este mundo, o que nosotros mismos, no tenemos remedio, que siempre caemos en los mismos errores, que nuestra vida siempre gira alrededor de los mismos temas y preocupaciones.
La respuesta es la misma que se le dio a María, nosotros solos muchas veces no somos capaces de conseguir las cosas, pero con la fuerza y la ayuda de Dios, sí que podemos.
Que este tiempo de Adviento, Dios escuche nuestra profunda y sincera respuesta: que se cumplan en mí tus palabras. Y que seamos capaces de acoger en nuestras vidas el amor salvador de Dios.
Feliz tú, que honras al Señor
y le eres obediente.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás feliz y te irá bien.
En la intimidad de tu hogar,
tu mujer será como una vid cargada de uvas;
tus hijos, alrededor de tu mesa,
serán como retoños de olivo.
Así bendecirá el Señor al hombre que le honra.
¡Que el Señor te bendiga!
cuando quemamos y somos luz;
somos torrente de agua viva
nacidos para darnos y no estancarnos.
Libéranos de la prudencia cobarde
que nos hace evitar cualquier sacrificio.
La vida se da sencillamente y sin publicidad.
Por eso queremos seguir dándonos,
porque Tú estás esperando
en millones de ojos humanos.
Ayúdanos a descubrir tu voluntad
y a aceptarla para continuar siendo luz
a quienes nos rodean.