La relación del pastor-Jesús con las ovejas-pueblo es una relación personal y recíproca de conocimiento profundo e íntimo (conozco a las mías y ellas me conocen a mí). Conocer a Jesús significa experimentar su amor e identificarse con su persona y actividad. Esta relación de conocimiento-amor es tan profunda que Jesús la compara a la que existe entre él y el Padre.
– ¿Cómo son mis actitudes de pastor respecto a todas aquellas personas que, de una u otra manera, dependen de mis cuidados? ¿Me comporto como el pastor asalariado a quien no le interesan sus ovejas? ¿Conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí?
– ¿Conozco a Jesús? ¿Es Él el que me da la vida? ¿Lo siento como mi “buen pastor”?
El Señor es mi Pastor
El Señor es mi pastor;
nada me falta.
Me hace descansar en verdes pastos,
me guía a arroyos de tranquilas aguas,
me da nuevas fuerzas
y me lleva por caminos rectos
haciendo honor a su nombre.
Aunque pase por el más oscuro de los valles,
no temeré peligro alguno,
porque tú, Señor, estás conmigo;
tu vara y tu cayado me inspiran confianza.
Me has preparado un banquete
ante los ojos de mis enemigos;
has vertido perfume sobre mi cabeza
y has llenado mi copa a rebosar.
Tu bondad y tu amor me acompañan
a lo largo de mis días,
y en tu casa, oh Señor, por siempre viviré.
Abre mis ojos, Señor,
como abriste los ojos de los de Emaús,
y de los discípulos,
la mañana aquella en que Tú
te acercaste a la orilla de su vida,
al mar donde trabajaban,
sin reconocer que Tú estabas presente.
Dame, Señor, ojos de resurrección.
-No soy orador -se disculpó el sacerdote-, pero ya que usted lo desea, lo haré.
El actor recitó el salmo magníficamente. Su voz y su dicción fueron perfectas. Todos estaban pendientes de sus labios. Al terminar su “actuación” estallaron calurosos aplausos.
Entonces le tocó recitar el salmo al clérigo. Su voz sonaba un tanto áspera y su dicción algo entrecortada. Pero las palabras brotaban como si estuvieran vivas, y el ambiente parecía embargado por un misterio espiritual. Cuando acabó, siguieron unos momentos de silencio reverente; a algunos les asomaban las lágrimas.
El actor se puso en pie y dijo con voz emocionada: -Yo he llegado a vuestros ojos y oídos; pero nuestro sacerdote ha llegado hasta vuestros corazones. La razón es, sencillamente ésta: yo conozco el salmo; ¡pero él conoce al Pastor!