El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?» Él envió a dos discípulos, diciéndoles: «Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos? Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.» Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo.» Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo: «Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.» Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.
Destaca la sencillez de estos elementos escogidos por Jesús per estar con nosotros por siempre. Dos elementos cargados de valor simbólico que Jesús utiliza para convertirlos en memorial de su vida, su muerte y su resurrección, al identificarlos con su cuerpo y su sangre.
¿Tenemos presente a Dios en nuestras vivencias y acciones?
A menudo tenemos la impresión de que somos nosotros los que buscamos y vamos hacia ti; pero, de hecho, eres tú el que vienes a nosotros y te entregas totalmente por amor.
Me lo dais todo; lo dais todo, sin exigir nada a cambio.
Sólo deseáis que os quiera como hermano y que quiera al Padre del cielo y a los hermanos de la tierra.
Que cada vez que os acoja en la Eucaristía me comprometa a vivir la comunión con vos, con el Padre y con los hermanos, para que así viva mejor la alianza nueva, que me ayudará a realizar, ya aquí en la tierra, la alianza eterna de amor que viviremos en el cielo.
El que més es valora avui dia és l’equilibri psíquic i espiritual, efecte d’una causa absoluta en si mateixa: Déu Amor.
La lletra escrita a les Sagrades Escriptures és relativa en sí mateixa, perquè està condicionada per la història i la cultura. Jesucrist és la Paraula de Déu, vida i eficaç.
Francesc Casanovas i Martí