En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. Él le contestó: “No quiero”. Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, Señor”. Pero no fue. ¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su padre?». Contestaron: «El primero». Jesús le dijo: «En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis».
La suya es una espera activa. La persona no pierde nunca su dignidad. Aunque con un contexto adverso, intentan salir del círculo de la marginación donde se encuentran y agradecen cualquier ayuda. Reconocen los dones que reciben. Y actúan. Denuncian y quieren cambiar su situación.
Y nosotros:
¿nos creemos los más dignos para entrar en el Reino? ¿Cómo miramos a aquéllos que nos piden ayuda en el metro, en la calle? ¿Los juzgamos? ¿O damos gracias a Dios por nuestro bienestar? ¡Aún nos queda mucho por aprender!
Pidamos al Padre la sencillez de vida para ver cuántas cosas nos sobran en nuestra vida.
Señor,
muéstrame tus caminos,
guíame por tus senderos;
guíame, encamíname en tu verdad,
pues tú eres mi Dios y salvador.
¡En ti confío a todas horas!
Vamos a ver si es cierto que le amamos,
vamos a mirarnos por dentro un poco,
¡Hay cosas colgadas que a él le lastiman
freguemos el suelo y abramos las puertas!
Borremos los nombres de la lista negra,
pongamos a los enemigos encima de la cómoda,
invitémosles a sopa.
Toquemos las flautas de los tontos, de los sencillos.
Que Dios se encuentre a gusto si baja.
Gloria Fuertes