VIVIR A FONDO | CICLO A – XXIX DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

16 octubre 2023

Mt 22,15-21

En aquel tiempo los fariseos se fueron a deliberar y ver cómo le podrían cazar en alguna palabra. Le enviaron discípulos suyos con los herodianos a decirle: «Maestro, sabemos que eres sincero, que enseñas de verdad el camino de Dios y que no te importa nada el qué dirán, porque no tienes respetos humanos. Dinos tu parecer: ¿Es lícito pagar el impuesto al césar o no?». Jesús, conociendo su malicia, dijo: «Enseñadme la moneda del tributo». Ellos le presentaron un denario. Jesús les dijo: « ¿De quién es esta efigie y esta inscripción?». Respondieron: «Del césar». Él les dijo: «Pues dad al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios».

Jesús no se mete en si el César tiene derecho a gobernar, sino reconoce que, como demuestra la moneda, en realidad gobierna, y por tanto exige tributos. Pero a este reconocimiento añade la afirmación de que también hay que pagar a Dios lo que es de Dios. La respuesta, pues, no es ninguna teoría política, ni establece una división de competencias entre el César y Dios, ni responde lo que hay que hacer en caso de contraposición entre las exigencias del César y las de Dios. Si se mira el conjunto del evangelio, se ve como Jesús presta una atención muy limitada a dar respuestas a las cuestiones concretas de la realidad temporal. Normalmente, siempre que se plantea una cuestión de este tipo, anuncia que lo que cuenta es la fidelidad a Dios, y que todo el interés debe estar centrado en el Reino de Dios que viene y que es superior a cualquier poder humano. La respuesta de Jesús nos plantea hoy un serio problema: ¿damos a Dios todo lo que es de Dios?

¿Mi interés está centrado en el Reino de Dios?
Mi vida, mis acciones… ¿están orientadas a su construcción?
¿Doy a Dios todo lo que es de Dios…?

No olvides mis enseñanzas, hijo mío;
guarda en tu memoria mis mandamientos
y tendrás una vida larga
y llena de felicidad.
No abandones nunca el amor y la verdad;
llévalos contigo como un collar.
Grábatelos en la mente,
y tendrás el favor y el aprecio
de Dios y de los hombres.
(Pr 3, 1-4)
No és gens fàcil, Senyor, que Déu sigui l’únic absolut en la meva vida,
però és el que goso demanar-te avui:
que Déu i el Regne siguin el meu valor absolut.
I goso també demanar-te per la teva Església:
que allà on sigui present no s’aliï amb cap poder temporal,
que superi els partidismes,
que pugui ser lliure per construir el Regne
i per anunciar la Bona Notícia als més desemparats.