Durante el mes de julio y medio agosto he podido vivir una gran experiencia. Los Salesianos de Cuba me acogieron en su familia y en su casa para poder colaborar con los centros de verano y las diferentes actividades que se realizan por los jóvenes.
Llegué con los nervios de cómo serían los niños, como serían los Salesianos, si me adaptaría bien … Todas estas inquietudes fueron desapareciendo cada día que pasaba.
Ver el día a día de personas tan cercanas culturalmente pero con vidas y necesidades tan diferentes me ha hecho entenderlos y escucharlos de otro modo. El pueblo cubano tiene el orgullo, tiene el sabor, tiene la alegría y desde el primer día me acogieron como una más de la familia, haciéndome sentir muy querida y acogida.
He tenido la suerte de poder compartir grandes momentos de diversión, de oración, de emoción … con niños, jóvenes y adolescentes y he podido ver de primera mano el trabajo de los Salesianos, tan importante y tan desconocido para muchos.
La verdad es que ha sido una experiencia inolvidable, donde te das cuenta que el gran trabajo vendrá una vez regresados a casa, haciendo divulgación e intentando hacer llegar a todo el mundo las necesidades de los diferentes proyectos que los Salesianos llevan a cabo, en este caso en Cuba, pero también en todo el mundo.