El 9 de marzo de 2017, durante el Congreso especial de Consultores Teólogos de la Congregación para las Causas de los Santos, se le dio una opinión positiva sobre la fama de santidad y el ejercicio de las virtudes heroicas del Siervo de Dios Augusto Hlond (1881-1948), salesiano, Arzobispo de Gniezno y Varsovia y Fundador de la Sociedad de Cristo para los emigrantes de la Polonia.
El Cardenal Augusto Hlond nació en Brzeckowice, Polonia, el 5 de julio de 1881. A los 12 años, atraído por la fama de Don Bosco, siguió a Italia al hermano mayor Ignacio para consagrarse al Señor en medio de los Salesianos, y luego se unieron sus otros dos hermanos. Admitido al noviciado, recibió la sotana de manos del Beato Miguel Rúa en 1996. Hizo sus estudios en la Universidad Gregoriana de Roma y regresó para hacer su tirocinio en la ciudad de Oswiecim, Polonia. Fue ordenado Sacerdote el 23 de septiembre 1905.
En 1907 fue director de la nueva casa de Przemysl (1907-1909), y luego en Viena (1909-1919). En 1919 dividida la nueva Inspectoría Austria-Hungría, fue nombrado Inspector (1919-1922). En dos años, el joven inspector promovió la fundación de una docena de nuevas presencias.
Después de haber sido Administrador Apostólico, fue Consagrado Obispo de Katowice, el 3 de enero de 1926. El 24 de mayo del mismo año se convirtió en primado de Polonia. El 20 de mayo de 1927, el Santo Padre lo nombró Cardenal. Tuvo el encargo desde la Santa Sede de cuidar a los polacos dispersos en diversas partes del mundo y fundó una Congregación: "La Sociedad de Cristo para los Emigrados de Polonia”.
Con la Segunda Guerra Mundial comenzó su calvario que lo obligó a exiliarse hasta el final de la guerra. Se detuvo por primera vez en Roma, donde comenzó una valiente defensa de su tierra natal, que se intensificó en Francia. Alcanzado por la policía nazi fue deportado a París para formar un gobierno polaco leal a los nazis. El cardenal se negó rotundamente. A continuación, los nazis lo internaron en Lorena y luego en Westfalia. Liberado por las tropas aliadas, volvió a Polonia, donde fue nombrado Arzobispo de Varsovia. Siendo Arzobispo defendió a su pueblo de los horrores del nazismo, y del ateísmo comunista.
Tuvo la suerte de sobrevivir a varios atentados. Murió el 22 de octubre de 1948. El funeral fue apoteósico. Por primera vez en la historia de Polonia el entierro se hizo en la misma catedral.