En la tarde del 15 de noviembre pasado se representaba en el malagueño Teatro Cervantes el musical “Gracias Don Bosco”, con el que la Familia Salesiana malacitana cerraba los actos de conmemoración del bicentenario del nacimiento de su fundador Juan Bosco.
Debo decirles, yo estaba allí, que no cabía un alfiler. El teatro con el aforo completo y en el escenario casi doscientos actores que durante dos horas y cuarenta minutos nos hicieron disfrutar con un recorrido muy hermoso por los momentos más importantes de la vida de un humilde cura del Piamonte italiano y los jóvenes acogidos bajo su manto en el aún más humilde Oratorio de Valdocco. Jóvenes , algunos de los cuales acabarían formando junto a Juan Bosco la Sociedad Salesiana, que estaba llamada, los caminos de Dios son inescrutables y a veces asombrosos, a convertirse en la mayor potencia educadora no estatal del nuestro planeta.
¿Y cómo hemos llegado a esto?, pensaba yo sentadito en mi fila tercera, sabiendo que a mi espalda había tanta gente y allá arriba, en el palco presidencial hasta un cardenal, un obispo y varios concejales, participaban de la fiesta tan ricamente. Yo pensaba, les decía, en cómo se puede congregar a tanta gente, niños, jóvenes, adultos, ancianos….para ver escenas de la vida de un pobre cura de un barrio marginal de Turín y de unos desharrapados chavales.
La respuesta, hoy, con treinta y dos años de docencia en el Colegio Salesiano de Málaga y un libro “Don Bosco en Málaga” publicado sobre el tema salesiano, la tengo clara. Puedo decirles, mis improbables lectores, que cada vez me convenzo más de que Juan Bosco sería un cura humilde y de pueblo, al que la Curia vaticana (sí, esa con la que aún sigue batallando el Papa Francisco) se lo hizo pasar muy mal, pero Juan Bosco era un tipo muy listo.
No se limitó a fundar una “congregacioncita” corriente y moliente en la que sus miembros hacen sus votos de obediencia, pobreza y castidad……y el que quiera estar conmigo que esté y el que no, pues que Dios lo ampare. Don Bosco pensó en no desperdiciar la ayuda de los que deseaban colaborar pero a la vez casarse y tener hijos. Don Bosco fue un tipo listo, sí.
Y así surgieron los salesianos cooperadores y más tarde seguiría formando grupos de personas dispuestas a ayudar desde sus diferentes posibilidades. Todas bajo un mismo carisma, pero aceptando sus diferencias y sus disponibilidades. En vida de Don Bosco ya existían cuatro grupos: la Sociedad Salesiana, las Hijas de Mª Auxiliadora (salesianas), los Cooperadores Salesianos (hoy Salesianos Cooperadores) y la Asociación de Mª Auxiliadora, a los que muy pronto se unieron las Asociaciones de Antiguos Alumnos.
Hoy la Familia Salesiana está formada por 30 grupos (y otros tantos están a la espera de ser reconocidos oficialmente). Lo salesiano y los salesianos están en expansión en nuestro mundo. Un fenómeno tan sorprendente y tan asombroso que no deja de llamar la atención en sociedades tan secularizadas como la nuestra.
Hasta aquí los hechos. Vamos ahora a intentar analizar cómo han podido llegar a ocurrir. Veamos. El gran corazón de Don Bosco y su mente infatigable no pensaron sólo en la Sociedad Salesiana. Interpretando y adelantándose a los signos de los tiempos, Juan Bosco instituyó otros grupos y después de él sus hijos y admiradores, siguiendo el impulso del Espíritu Santo, hicieron nacer Institutos religiosos o seglares, creando así un vasto movimiento de personas consagradas a la educación y la evangelización de los jóvenes más necesitados.
Pero todo esto no se mantendría en pie sin una columna vertebral. Y esta columna la llamamos “carisma”. Toda la Familia Salesiana, repartida por el planeta (están presentes en más de 130 países), posee el mismo carisma y la misma misión: trabajar para la educación y el bien moral y espiritual de los jóvenes más pobres y abandonados.
Y lo hacen con la propuesta educativa y evangelizadora que surgió en Don Bosco al contemplar las miserias de estos jóvenes en el Turín del primer y feroz capitalismo, donde muchos de ellos, sin defensa, ni cultura, ni habitación fija, eran víctimas de injusticias, abusos y violencias y pasaban por incertidumbres, miedos y privaciones y perdían, así, la alegría de vivir e incluso algunos terminaban escogiendo el camino de la delincuencia…….¿les suena?, sí, verdad. El mundo no ha cambiado tanto.
Don Bosco se impone una tarea preventiva para evitar esta situación y surge así el Sistema Preventivo, nuestro sistema educativo, que ha triunfado en todo el mundo porque está basado en el amor, en el cariño y el acompañamiento personal. Nace de una inmensa compasión en la que el futuro San Juan Bosco sintió la urgencia de ofrecerles un ambiente acogedor y una propuesta educativa que pudieran responder a sus necesidades, que les permitiera recobrar su dignidad y la confianza en ellos mismos, integrada en un ambiente positivo, rico en alegría y amistad en el cual, casi por contagio, se pudieran asumir valores cívicos, morales y religiosos válidos para toda la vida.
Estas son nuestras armas. Y siguen siendo tan válidas hoy como hace ciento cincuenta años. Nuestro sistema educativo no ha muerto con el tiempo.
La Familia Salesiana ha sido ese ejército que ha llevado adelante esta obra: clérigos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seglares comprometidos, ricos y pobres, solteros y casados, y jóvenes mayores educados para ser líderes de sus compañeros. Porque nuestros alumnos mayores, pertenecientes a los grupos de Pastoral Juvenil, son grandes y entusiastas colaboradores que llenan su tiempo y el de otros de ricas experiencias que formarán ya siempre parte de sus vidas.
La Familia Salesiana se esfuerza en ser fiel a esta misión y a este carisma y por eso llenamos teatros de alegría y de familiaridad. Y es que lo salesiano llena vidas de sentido y eso se nota.