Han pasado más de 10 meses desde que el salesiano Thomas Uzhunnalil fuera secuestrado en Yemen. La Congregación y la Familia Salesiana, que desde el principio instó a orar constantemente por su liberación, invita ahora a presentar esta especial intención en una “novena a María Auxiliadora” del 15 al 23 de enero de 2017, y el 24 de enero, día de la conmemoración, confiando en la intercesión de la Madre del Salvador.
La iniciativa, propuesta por la Asociación de María Auxiliadora (ADMA) de Turín, ha encontrado el apoyo del Rector Mayor, don Ángel Fernández Artime, quien invita a todos los salesianos y miembros de la Familia Salesiana a participar con fe y devoción de esta gran iniciativa.
“Como asociación nos sentimos especialmente comprometidos de orar por los sacerdotes, y para ello nos gustaría solicitar la intervención de María Inmaculada Auxiliadora por la pronta liberación del Padre Tom”, explicó Tullio Lucca, Presidente de ADMA y Pierluigi Cameroni, Consejero Espiritual de ADMA.
Cuando a Don Bosco se le pedía alguna gracia solía responder: “Si deseas conseguir gracias de la Virgen María tienes que hacer una novena” (MB IX, 289). Esta novena, de acuerdo con Don Bosco, tendría que ser hecha “en la iglesia y con fe viva” y como un ferviente homenaje a la SS. Eucaristía.
Las disposiciones para que la novena sea eficaz, según Don Bosco, son las siguientes:
No apoyarse en el poder de los hombres: confiar solo en Dios.
La petición se debe basar totalmente en Jesús Sacramentado, fuente de gracia, de bondad y bendición. Se base en el poder de María que quiere Dios glorificarla en la tierra.
En todo caso, se ponga la condición del “fiat voluntas tua” y si es para provecho del alma de quien se pide.
Rezar, durante nueve días seguidos:
Tres Padres Nuestros, Avemarías y Gloria al Santísimo Sacramento con la jaculatoria: “Sea alabado y reverenciado en todo momento, el Santísimo y Divinísimo Sacramento”;
Tres “Salves”, con la jaculatoria: “María Auxiliadora de los cristianos, ruega por nosotros”.
Las condiciones requeridas son:
Recibir los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía.
Dar una limosna u ofrecer el propio trabajo personal para sostener las obras de apostolado, preferentemente en favor de la juventud.
Reavivar la fe en Jesús Eucaristía y la devoción a María Auxiliadora.