Dentro de la campaña: “Un sueño para ti”, recordando el sueño de los nueve años de Juanito Bosco, se invitaba a “Soñar». Tengo que reconocer que, cuando somos capaces de soñar, los sueños, a veces, se hacen realidad, y doy certeza de ello, ya por segundo año, he hecho realidad ese sueño: Hacer el Camino de Santiago acompañando a un grupo de reclusos de la prisión de Jaén.
Siento la necesidad de compartir esta gran experiencia, que la considero una autentica bendición de Dios, ya que me hace sentirme más salesiano.
Este año, en la peregrinación, han participado 80 internos de 10 Centros Penitenciarios de toda España, acompañados por capellanes, voluntarios y funcionarios de los distintos Centros.
La peregrinación a Santiago, está encuadrada dentro de los programas de reinserción que, desde la Pastoral Penitenciaria, se promueven para ayudar y fomentar el cambio personal y despertar la solidaridad y acogida de los mismo en la sociedad.
Así mismo, se pretendía favorecer que los internos, pudiesen gozar de espacios naturales y al aire libre. Cambiar la rutina y el tedio de celdas y muros de cementos por espacios abiertos y libres que potenciara el encuentro con Dios y con ellos mismos. Y junto a esto, hacer una llamada a la sociedad para normalizar “la cárcel en la calle”, tratando de hacerla visible en la sociedad, y de este modo, desterrar el rechazo y los mitos existentes acerca de los reclusos.
Cada centro partía desde diferentes puntos, según la ruta que cada uno había escogido, teniendo como punto de encuentro el Monte del Gozo, y desde allí iniciar juntos, la entrada en Santiago de Compostela.
De Jaén hemos recorrido el Camino Portugués de la costa, partiendo de Vigo, el día 2 de octubre para concluirlo el día 8. Igual que el año anterior, ha resultado una experiencia enormemente positiva en la que han podido disfrutar de un ambiente de sana convivencia poniendo en juego los valores del esfuerzo, la solidaridad, el encuentro humano y espiritual, y el perdón, que el Camino representa. Momentos de oración compartida al comenzar el día y una pequeña, pero profunda, reflexión al concluir la jornada.
Unos de los momentos más impactante fue cuando iban llegando los diferentes grupos al Monte del Gozo. El encuentro, los saludos, las caras de cansancio, pero llenas de felicidad, las palabras de aliento y de ánimo entre ellos… Todo un conjunto de emociones que nos hizo caminar, como un solo grupo, hacia Santiago de Compostela. Con los pies cansados, con nudos en la garganta, con un sentimiento profundo de sentirse libres y acogidos, y como uno de los internos me manifestaba entre lágrimas: “por primera vez, he cumplido con el objetivo que me he marcado”.
No menos emotivo fue la Misa del Peregrino. El verse celebrando con tanta gente, y gente de tantas nacionalidades y tan diversas, marcó profundamente ese momento, impregnado por el incienso del espectacular botafumeiro. No se puede olvidar, y dentro de esta celebración, la ofrenda que se hizo al Apóstol, en la que se pedía la energía moral y espiritual necesaria para la redención personal, así como la apertura de la sociedad a la dura realidad de la prisión y la mayor implicación de ésta y de los poderes públicos a los caminos de reinserción social y la puesta en juego de medidas alternativas a la privación de libertad.
Y para que la peregrinación tuviera una autentico final el grupo de Jaén se desplazó a Finisterre para contemplar la espectacular puesta de sol y reflejar en ella el ocaso de una vida pasada para dar paso a una nueva vida.
Tengo que decir que ha sido: Un sueño para ti. Mi sueño se ha cumplido con creces. Y después de experimentar el trato y el cariño de los que me acompañaban, digo como Don Bosco: Sois unos ladrones, me habéis robado el corazón.