Los más de nueve meses de duro trabajo de los misioneros salesianos en Filipinas están viendo los primeros resultados. El tifón Haiyán dejó al país arrasado, pero hoy el país empieza a ver cómo los escombros dan paso a nuevos hogares e instalaciones.
“Los filipinos sienten que hay personas a los que les preocupa su situación y ven cómo el mundo global en el que vivimos se convierte poco a poco en un pueblo, un hogar para todos aquellos que comparten valores, como la humanidad y la solidaridad”, explica el misionero salesiano George Militante, responsable de Filipinas Sur.
Tras los primeros meses donde la asistencia humanitaria era la prioridad, la reconstrucción de casas y de instalaciones ha ido teniendo más protagonismos. Así, los misioneros salesianos pusieron en marcha el proyecto ‘Adopta y Reconstruye una Comunidad’ (ARC) en el área de Canahug. Hoy, ya se han construido más de 50 casas y otras 50 están en marcha. Además, se han construido unos 50 refugios para utilizarlos en caso de emergencia.
“Los beneficiarios están muy agradecidos por la reconstrucción de sus hogares, que ayuda a paliar el dolor por la pérdida de sus seres queridos, sus propiedades y, en muchos casos, su vida”, explican los misioneros salesianos. Además, la comunidad se ha implicado en la reconstrucción de sus pueblos y han ayudado en la limpieza, en el transporte del material y en la excavación de los refugios.
“En Filipinas, aún queda mucho por hacer”, añaden los misioneros. Además de construir edificios, hogares e instalaciones, hay que empezar a trabajar en la “reconstrucción de las vidas” y abrir oportunidades de trabajo para los miles de jóvenes que vieron interrumpidas sus vidas. Por ello, los misioneros salesianos trabajan en proyectos educativos y de formación profesional que abran las puertas al futuro.