Texto y fotos: Lola Hierro, periodista El País.
No puede salir el misionero salesiano Alfredo Roca (Pallejà, 1933) a la calle sin que se le acerque alguien. Mujeres, ancianos, niños… Da igual. Así es imposible mantener una conversación sobre las razones por las que decidió trasladarse a la dura y pobre Adigrat (Etiopía) allá en 1987, cuando ya era un sacerdote de 53 años con la carrera hecha, y por qué a sus 81 sigue al pie del cañón.
"Uno se encariña mucho con la gente, y ellos conmigo, pero me enfado de tanto en tanto porque te insisten mucho", confiesa el padre. "¡Nethanet! ¡Nethanet!, grito cuando salgo a dar un paseo, pues siempre hay al menos 20 personas esperándome". Explica jocoso el padre que esa palabra significa "libertad" en tigriña, la lengua materna de los nacidos en el Tigray, la región del norte de Etiopía donde este sacerdote salesiano lleva 28 años ayudando a los más pobres a labrarse, no ya un futuro, sino un presente digno.