Por La Vanguardia
Un coworking es un espacio en el que trabajar, pero también en el que compartir experiencias y aprendizajes. En Salesians Sarrià disponen de un espacio coworking dirigido a todos los emprendedores formados en la escuela.
El objetivo de este espacio es apostar por los antiguos alumnos que han tenido un proyecto innovador y necesitan un espacio para poder realizarlos. El coworking quiere seguir creando comunidad y facilitar el desarrollo de las competencias profesionales en un entorno educativo y, a la vez, adaptado a las necesidades de los usuarios.
Estos son algunos de los proyectos que han pasado por el coworking:
E-Tupper
El proyecto E-Tupper permite calentar la comida sin necesitar ningún otro elemento como el microondas. David del Campo, antiguo alumno del ciclo formativo de Grado superior de Automatización y robótica industrial, y su colaborador David Prados, están trabajando en esta idea que tiene como objetivo facilitar las comidas a todos aquellos que no pueden comer en casa y lo tienen que hacer en el trabajo o en los centros de estudios.
“La idea de este proyecto nace de una necesidad. Yo suelo comer fuera de casa y siempre hacía uso de un microondas. Pensé que sería interesante crear un utensilio que te permitiera calentar la comida sin necesidad de un microondas o de estar conectado a la red eléctrica”, apunta del Campo.
En el coworking, los alumnos tienen acceso a las aulas y a profesores especializados en cada ámbito. “Accedí al coworking de Salesians Sarrià por la proximidad y por beneficios como poder hablar con profesores, utilizar las diferentes aulas para realizar soldaduras o montar prototipos de mi diseño”, señala del Campo.
The Bluedots
El primer proyecto desarrollado en el espacio coworking ya es una realidad. Los coworkers Adrián Gastón y Roger Moreta, después de un año y medio como usuarios del servicio, finalizaron con éxito su estancia en este espacio de trabajo compartido al acabar la fase de desarrollo de su proyecto de inteligencia artificial.
“El proyecto consiste en monitorizar el campo para favorecer la cuarta revolución industrial en el sector agrícola. Lo que hacemos es llevar la tecnología a los campos de cultivo”, señala Gastón.
El coworking se convirtió en el lugar que necesitaban para trabajar. “No es lo mismo trabajar en casa e ir haciendo llamadas que tener un lugar donde trabajar de forma conjunta. Además, este espacio me permitía también establecer unos horarios”, afirma Gastón.
Uno de los aspectos que más valora es el nivel de asesoramiento. “Me apoyaron mucho para que pudiera desarrollar mi idea. Al principio te da miedo, no sabes por dónde ir y me hicieron de guía. Lo más importante es que no te fijan unas fechas, unas metas que tienes que cumplir. En otros espacios te fijan una fecha límite. Este nivel de flexibilidad fue uno de los valores diferenciales”, expone.
Además, el coworking puede convertirse en un domicilio social temporal. “Puedes recibir tanto a clientes como el correo postal de forma temporal. Cuando un cliente potencial quiere hablar contigo necesita tener un lugar de referencia. No te puedes permitir unas oficinas”, ejemplifica Gastón.
La importancia de vencer el miedo
Una de las claves para emprender es no tener miedo y hacer algo que nos apasione. “Una de las cosas más importantes es vencer el miedo al fracaso. Nadie tiene una bola mágica para saber si tu idea funcionará o no, pero una de las cosas que tiene ser joven es que puedes arriesgar”, explica Gastón.
“Aconsejaría a los alumnos que, si tienen una idea o un proyecto y confían en él, lo saquen a la luz y luchen por sus sueños. No es fácil, pero tenemos que hacer lo que nos gusta y nos apasiona”, concluye del Campo.