EL P. Alfred Maravilla ha regresado al Dicasterio de Misiones, pero esta vez, no como colaborador, sino como Consejero. De origen Filipino, con una larga experiencia misionera llevada a cabo en primera persona; hasta hace pocos días era el Superior de una floreciente Visitaduría. El P. Maravilla relata en esta entrevista sus sentimientos conflictivos y la perspectiva hacia su nuevo destino.
¿Cómo te sientes ahora?
Hice lo que pude para evitar esta elección. Después de mi servicio en el Dicasterio, me imaginaba permanecer permanentemente en la Visitaduría de Papúa Nueva Guinea-Islas Salomón (PGS). El primer Superior del Visitaduría, mi predecesor, estuvo en el cargo solo 6 meses, posteriormente fue nombrado Obispo.
Empezamos a sentar las bases, estructuras y sistemas para nuestra nueva Visitaduría. Durante el proceso de discernimiento con vistas a la elección de los miembros del Consejo General, cuando empecé a darme cuenta de que algo estaba a punto de suceder, rechacé explícitamente mi candidatura a Consejero para las Misiones dentro de la Comisión de Asia Este – Oceanía porque, entre otras razones, nuestra Visitaduría tiene una grave necesidad de personal. Pero al final también fui nominado como Consejero de la Misión por las Comisiones de otras 4 regiones. Con esta elección, en un instante, todos los sueños y proyectos de la Visitaduría PGS se desvanecieron en el horizonte, junto con mi deseo de seguir siendo un misionero “ad vitam” en esta parte del mundo.
¿Cómo ve su nueva responsabilidad como Consejero para las Misiones?
Todavía no entiendo los planes de Dios para mi vida. Pero en mi corazón resuenan con fuerza las palabras del Papa Francisco: “El Espíritu Santo trabaja como quiere, cuando quiere y donde quiere; nos gastamos con dedicación, pero sin esperar ver resultados llamativos. Solo sabemos que el don de nosotros mismos es necesario… Sigamos adelante, hagamos todo lo que podamos, pero dejemos que Él haga que nuestros esfuerzos sean tan fructíferos como le parezca”. (Evangelii Gaudium, 279).
Este sexenio (2020-2026) estará marcado por el 150 aniversario de la Primera Expedición Misionera Salesiana (1875). Espero que todos tengan el valor de dejar que el Espíritu Santo trabaje en nuestros corazones como Él quiera, cuando quiera y donde quiera, para que, animados por el espíritu misionero de Don Bosco, tengamos el valor de salir de nuestras zonas de confort y seguir adelante. Gracias a este espíritu misionero, el carisma de Don Bosco está ahora profundamente arraigado en la región. Es hora de que todas las Inspectorías, ricas y pobres en personal, participen activamente en la actividad misionera de nuestra Congregación. Irónicamente, solo esa generosidad misionera mantendrá vivas nuestras Inspectorías, al servicio de los jóvenes pobres y marginados.