Testimonio de la convivencia internacional en la comunidad cristiana de la parroquia María Auxiliadora de San Antonio Abad.
Padre, que todos sean uno, para que el mundo crea (Jn. 17, 21)
Un verano de hace 21 años fui por primera vez a Taizé… Dos autobuses de andaluces hicieron parada en Valencia para recoger a dos valencianas que se añadían a nuestra semana de experiencia con otros miles de jóvenes, junto a los hermanos, en la “Colina de la Reconciliación”. La Navidad de ese mismo año, tuvo lugar el Encuentro europeo de jóvenes en París, donde fuimos acogidos un grupo de jóvenes en familias parisinas movidas por la confianza; Amparo y yo ya no éramos desconocidos que se encontraban en un autobús, estábamos en el inicio de una historia de vida en común que, durante estos días de fin de año de 2015 en Valencia, ha escrito una nueva página. ¡¿Quién le iba a decir a “nuestra abuelita” parisina, o a la joven pareja con sus dos hijas del barrio de Montmartre, que veinte años más tarde, a través de aquellos jóvenes que ahora son también familia acogedora, continuaría la peregrinación de confianza a través de la Tierra y que, de alguna manera, volverían a acoger a dos jóvenes italianas en Valencia?!
Ésta es para mí la experiencia viva de lo que el hermano Roger y la Comunidad de Taizé hacen posible, visibilizar que la comunión entre todas las personas es posible. Desde la confianza, la apertura gratuita, la sencillez del Evangelio, ¡se recibe mucho más de lo que se da!
Y esto es lo que hemos vivido estos días con más sesenta jóvenes, entre peregrinos y voluntarios, mayoritariamente italianos y polacos pero también lituanos y serbios, ¡y españoles, que también los ha habido…! Las 27 familias de la parroquia San Antonio Abad que hemos abierto las puertas de nuestras casas y de nuestra parroquia.
Como decía el hermano Alois en una de sus mediaciones diarias durante las oraciones de estos días, “Nosotros los cristianos formamos juntos la Iglesia visible, pero creemos que el Evangelio crea una comunión más amplia: en el corazón de Dios, todos los seres humanos forman una sola familia. ¿Hemos aceptado plenamente el pluralismo de esta familia humana? Si no, no podremos instar a una fraternidad universal (…).Mostremos que la Iglesia es una comunidad de amor, estando abiertos a las personas que nos rodean, practicando la hospitalidad, defendiendo a los oprimidos, compartiendo lo que tenemos. ¿No es acaso ésta la esencia del ser cristiano, verdaderos discípulos de Jesús?…¿A caso no es el futuro de nuestras comunidades, de nuestra Iglesia?
Unido a la oración de Jesús al Padre de que todos seamos UNO, y con mi agradecimiento sincero a todos y todas los que habéis hecho realidad que San Antonio Abad, nuestra parroquia, haya vivido la experiencia de ser parroquia acogedora.