El 17 de agosto por la mañana los que serían futuros monitores y directores salesianos y salesianas llegaron a Castellnou de Bages. En el caso de los monitores, los nervios estaban a flor de piel. Iban a vivir una experiencia nueva que les haría crecer como personas y educadores.
Esa situación empezó a cambiar al sentirse acogidos por el equipo de profesores y sus compañeros con los que iban a convivir durante diez días. Al mismo tiempo, los directores que conocían ya la dinámica de Castellnou venían con muchas ganas, estando dispuestos a aprender y trabajar muy duro.
La labor del equipo directivo fue esencial el primer día; tuvimos una tutoría dónde conocimos o nos reencontramos con nuestros compañeros y pudimos advertir las diferentes realidades de los centros juveniles participantes. Esto fue muy enriquecedor para los monitores que realizaban su primera formación oficial.
En su caso, empezar las clases suponía descubrir un nuevo mundo lleno de aprendizaje que les llenaría por dentro y aumentaría las ganas de mejorar y conocer nuevas técnicas para poner en práctica en un futuro. Los docentes crearon unas clases muy amenas que facilitaban la transmisión de los conocimientos fundamentales a través de teoría y dinámicas.
Mientras tanto, los directores llevaban otro ritmo de trabajo. Desde el primer momento, tenían asumido que iban a dar un paso más como animadores, por este motivo el transcurso de las clases fue distinto. Los debates con diferentes puntos de vista fueron el patrón predominante de las sesiones.
La diversidad de opiniones válidas en los casos propuestos ayudaron a desarrollar nuestra manera de ver las cosas y hacer frente a multitud de situaciones. También aprendimos cómo llevar a cabo proyectos y pudimos aplicar lo cursado desarrollando unas propuestas que venían desde el equipo directivo.
Después de estos diez días, tanto monitores como directores hemos crecido de manera personal y trascendental y estamos preparados para educar a nuestros niños tal y como nos han enseñado nuestros profesores. Es decir, tras haber vivido la experiencia salesiana una vez más y habernos contagiado de la esencia mágica de Don Bosco y María Mazzarelo, solo tenemos ganas de ser portadores de todos los valores que ellos nos han legado.
Así que solo podemos decir que esto no es una casualidad, que la esencia salesiana es una luz que nos ha iluminado a todos y estamos dispuestos a dar lo mejor de nosotros. En definitiva, muchas gracias por todo el tiempo que habéis dedicado hacia nuestro aprendizaje tanto personal como a nivel formativo.