"Miles de muertos, refugiados arrojados en las carreteras, ciudades en ruinas y una cultura de mil años antes de Cristo han sido destruidas con sitios arqueológicos perdidos como en Alepo y Palmira.
Nos hemos preguntado qué es lo que falta. La respuesta ha sido contundente: todo. Todo lo que se necesita para una vida normal nos hace falta. Faltan los alimentos, el agua, la calefacción, la electricidad, la seguridad, la comunicación. La gente sufre, cada familia ha perdido un ser querido debido a la guerra.
El terrorismo, es uno de los grandes males del mundo, golpeó y destruyó el país. Y el conflicto entre las diferentes facciones origina derramamiento de sangre.
¿Cuántos jóvenes han perdido toda la perspectiva para el futuro y están huyendo a buscar una nueva vida en la seguridad? Se embarcan en los senderos del mar, a menudo por los caminos de la muerte. La única forma de vivir es llegar a Europa. Miles de jóvenes titulados, familias enteras tras vender casa y todas las pertenencias dejan Siria para ir a Europa. Para trabajar, estudiar y vivir una vida digna.
Los terroristas hacen todo lo posible para hacer sufrir al pueblo inocente. Llegaron desde el exterior, de Arabia Saudí, Turquía y África del Norte, para matar, para bombardear, es como un juego para ellos, especialmente en Alepo, Homs y Raqqa.
El 14 de febrero de 2016 en Alepo, los terroristas bombardearon un área civil donde la mayoría de la población era cristiana. Muchas personas murieron, edificios enteros se derrumbaron dejando a las personas bajo los escombros. Entre las víctimas, un joven responsable de los scouts católicos, cuyos tíos son Cooperadores Salesianos, y un muchacho de 13 años, junto a muchos otros a los que no he conocido.
Lo mismo sucedió con dos animadores salesianos, Anwar y Misho, junto a su madre llamada Minerva. Un misil les alcanzó su casa, causando decenas de víctimas. Hace dos años, murió un alumno de la escuela, de nombre Jacques, que estaba esperando el autobús para ir al catecismo del Oratorio Salesiano cuando una bomba cayó muy cerca de la parada. Y con él murieron otros jóvenes.
En la ciudad donde vivo, Qamishli, en el noreste, cerca de la frontera con Turquía, el 23 de diciembre 2015 detonó una bomba en un restaurante que está en un barrio cristiano. Murieron 15 personas, incluyendo 7 jóvenes de treinta años perteneciente a nuestra parroquia, dejando huérfanos y viudas.
Y ¿qué puede hacer la gente? Solamente huir. Están obligados a huir. Es lo único que les queda."