Bauman, el filósofo y sociólogo polaco muerto en dias pasados, recalca dos aspectos característicos de nuestra sociedad: el primero tiene relación con la precariedad, “La vida líquida es una vida precaria y vivida en condiciones de incertidumbre constante. Las más acuciantes y persistentes preocupaciones que perturban esa vida son las que resultan del temor a que nos tomen desprevenidos, que no podamos seguir el ritmo de unos acontecimientos que se mueven con gran rapidez, y que nos quedemos rezagados”.
La segunda es el fenómeno de la “desechabilidad”: es decir, que nada puede permitirse durar más de lo debido o, mejor dicho, de lo permitido. “La persisitente sensación de pegajosidad y la viscosidad de las cosas (tanto de las animadas como de las inanimadas) constituyen el más siniestro y letal de los peligros, y son fuente de los miedos más aterradores y blanco de los más violentos ataques”.
Estas son intuiciones de uno de los hombre más lúcidos de nuestra época, tanto la precariedad como la “desechabilidad” tienen relación con nuestros temores profundos; el no ser significativos, el quedarnos fuera y finalmente desaparecer. La sensación de soledad profunda y la pertenencia a un colectivo anónimo.
El tema de la Familia como tema de reflexión de Aguinaldo del 2017 propuesta por el Rector Mayor apunta a reflexionar el ser familia, la significatividad, la pertenencia, el formar parte de una comunidad fundada en vínculos perennes como es el Amor.
La experiencia fundamental de toda persona es el ser amado y esperado desde antes de su nacimiento: los hijos son amados antes de que lleguen. Los niños son amados antes de venir al mundo. Esto es gratuidad, esto es amor, en esto es un aspecto fundante del ser familia, (Papa Francisco).
Otro aspecto importante es el vínculo de fraternidad que se forja en la familia entre los hijos, si se da en un clima de educación abierto a los demás, es la gran escuela de libertad y de paz. “En la familia, entre hermanos se aprende la convivencia humana, como se debe convivir en la sociedad. Tal vez no siempre somos conscientes de ello, pero es precisamente la familia la que introduce la fraternidad en el mundo. A partir de esta primera experiencia de fraternidad, nutrida por los afectos y por la educación familiar, el estilo de la fraternidad se irradia como una promesa sobre toda la sociedad y sobre las relaciones entre los pueblos”; continúa diciendo el Papa.
Tener un hermano, una hermana que te quiere es una experiencia fuerte, impagable, insustituible. Lo mismo sucede en la fraternidad cristiana.
Hoy nos urge volver a poner la fraternidad en el centro de nuestra sociedad, es el antídoto más eficaz contra la angustia, la precariedad y la sensación de desechabilidad que corroe la vida de tantas personas. Nuestras familias son el espacio donde se vencen esos miedos existenciales; por lo mismo la familia está llamada por Dios a contrarrestar la soledad existencial y comunitaria que caracteriza la ciudad moderna.
¡Somos Familia! Cada hogar, escuela de vida y de amor.