Desde los seis años formo parte de la Comunidad Salesiana de Terrassa, una comunidad que a lo largo de mi vida me ha acompañado en mi proceso personal.
Cuando entré a formar parte del equipo de monitores/as del centro juvenil me di cuenta de que el carisma salesiano lo tenía impregnado en todo mi ser y mi actuar como persona. Don Bosco se había convertido para mí en un modelo de persona que me enamoraba. Por eso, cuando me propusieron formar parte del grupo de aspirantes sentí que Dios me estaba invitando a formar parte de una familia salesiana que me acogía y que me ayudaría a seguir madurando mi vocación.
Desde que empecé el proceso como aspirante he ido descubriendo los diferentes elementos que caracterizan la familia salesiana de los Cooperadores. De todo el proceso me quedo con cada una de las personas que forman mi grupo de aspirantes, un grupo con muchas diversidades, pero que nos une una única cosa, el carisma Salesiano.
Doy gracias a Dios por regalarme el grupo de aspirantes y por ayudarme a descubrir mi vocación como salesiana cooperadora.