Francisco J. Pérez Camacho, sdb, Coordinador Inspectorial de la Animación Vocacional
¡Estar en buenas manos! Cuando comunicas a alguien que estás enfermo y esa persona conoce al médico que te está tratando, te dice: “No te preocupes, estás en buenas manos”. Esas palabras te inspiran confianza en tu médico y decides, con mayor empeño, seguir todas las indicaciones que te vaya dando.
En este maravilloso mes de mayo, contemplamos a María como la gran creyente que supo hacer realidad esta expresión en su vida. Al decir Sí al ángel, depositó toda su confianza en Dios. Se puso en sus manos, y ella sabía que estaba en buenas manos. Ponerse en manos de Dios es reconocer que es Él, el dueño de la vida, que Él es el que conduce la historia. ¡No tengas miedo, yo estoy contigo!
Desde esa entrega incondicional de Dios, sabiendo que nunca falla, se puede acoger con alegría cualquier propuesta. Como a María le propone una misión, ser la madre de su hijo, también a cada uno de nosotros nos propone una misión. Y no una misión difícil, porque la misión no es tuya, es de Él; y él te da las fuerzas, el conocimiento y la sabiduría necesarios para afrontarla. Recuerda que Dios no elige a los más guapos, ni a los más perfectos, ni a los más listos, ni a los que más destacan. Dios elige a los que no cuentan, a los pobres, a los de corazón sencillo. Así lo hizo con María.
Si sientes una inquietud en tu interior de entregar, no sólo un ratito, ni una semana, ni un mes, ni un año, sino todo, no lo dudes, ponte en sus manos y lánzate a la aventura de emprender el camino de búsqueda que pueden ofrecerte en cualquier casa salesiana. No te arrepentirás y te ayudará a descubrir que quiere Dios para ti.