León, puente de la Inmaculada. Las temperaturas rozando los cero grados, en algunos momentos por debajo. 129 personas provenientes de toda la geografía española, venciendo el frío y renunciando a pasar unos días de descanso y desconexión, se encuentran para reflexionar a partir de una pregunta: ¿Qué centros juveniles salesianos para los jóvenes de hoy?
Animadores de centros juveniles, miembros de las comisiones inspectoriales, de las federaciones y la confederación, Salesianos, Salesianas, muy bien acompañados por los delegados de pastoral, vivimos una experiencia que se debe asemejar a aquello de lo que últimamente se está hablando mucho en la Iglesia: la sinodalidad. Juntos (jóvenes, laicos y religiosos) rezamos. Juntos escuchamos que nos dicen los jóvenes de hoy. Juntos nos escuchamos entre nosotros. Juntos escuchamos qué nos pide hoy Dios.
Y llegamos a la conclusión que, ante unos jóvenes que viven en un mundo en constante cambio y reclaman que alguien les haga caso de verdad, nuestra propuesta educativa es totalmente válida y necesaria hoy ya que ponen a los jóvenes en el centro. Es por ello que queremos caminar con los jóvenes, estar cercanos a ellos, recuperando el patio como espacio privilegiado de encuentro personal. Queremos fomentar su participación real para que se sientan protagonistas de su propio crecimiento.
Sintiendo que somos frontera misionera, queremos que nuestros centros juveniles sean para los jóvenes una experiencia de Iglesia donde poder hacer su proceso de crecimiento en la fe y de inserción en la comunidad cristiana. Es por ello que pensamos que tenemos que cuidar más el ser que el hacer. Una palabra va resonando a lo largo de todo el congreso: identidad. Es desde ella que tenemos que construir nuestros proyectos y actividades. Y es desde esta identidad que entendemos que nuestros centros tienen que ser espacios de amplia acogida, de manera especial para aquellos que más lo necesitan. Tenemos que continuar siendo creativos y flexibles para poder adaptarnos a cada contexto en el que estamos presentes. Y también sentimos la llamada a abrir nuestras puertas a trabajar con todos los que luchan por el bien de los jóvenes, empezando por casa, dentro de cada obra salesiana.
Pero todo esto sólo será posible si tenemos unos animadores que, jóvenes como son, también van haciendo su proceso de crecimiento en la fe y de discernimiento vocacional. Los tenemos que cuidar, acompañar y darles protagonismo real. Los animadores, desde su opción por el voluntariado, no son simples colaboradores de nuestra causa, sino personas que pueden hacer un camino de identificación con el carisma salesiano y que, en un futuro no muy lejano, serán ellos los que harán que este carisma perdure en el tiempo.
¿Qué centros juveniles salesianos para los jóvenes de hoy? La pregunta ya lleva implícita la respuesta: necesitamos centros juveniles que sean plenamente SALESIANIS y que tengan siempre presentes en su corazón, en su mente y en sus decisiones a los JÓVENES.
Jordi Lleixà i Jané
Coordinador Nacional de Centros Juveniles