«Ellos les dijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Acordaos de lo que os dijo estando todavía en Gali- lea: “El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar”. Recordaron sus palabras, volvieron del sepulcro y anunciaron todo esto a los Once y a los demás» (Lc 24,5-9)
¡Feliz pascua de Resurrección! Después de una Cuaresma muy particular, de una anormal Semana Santa a causa de la situación que estamos viviendo, ha llegado la Pascua. Un año más, a la entrada de un sepulcro, un lugar que nos habla de muerte y de vacío, resuena un grito que rasga la desesperanza y la
oscuridad: “No está aquí, ¡ha resucitado!”
Seguramente este año nos podemos sentir aún más identificados con aquellas mujeres que, llenas de temor, miraban al suelo. Habían ido a perfumar el cadáver de su maestro, sin esperanzas, desoladas y desconsoladas. Parecía no haber horizonte alguno. ¡Cómo no sentirnos también nosotros así ante el contexto que vivimos! Todos nuestros proyectos, sueños y esperanzas que teníamos hace apenas un mes ante el futuro se han venido abajo.
Hoy, sin embargo, se nos dirige una misma invitación: acordaos. Sí; es una invitación a ejercitar la memoria y recordar todo lo que el Señor nos ha dicho en otras ocasiones; todos aquellos mo- mentos en los que lo hemos experimentado cercano, sosteniéndonos sobre la palma de su mano; todas sus palabras de ánimo y confianza cuando también nos cercaba el desánimo. Y nosotros, como aquellas mujeres, recordamos… Volvamos del sepulcro, lugar de muerte y desesperanza, y anunciemos que el Resucitado vive, que la muerte no tiene la última palabra, que hay motivos para la esperanza gracias a todos aquel- los que entregan su vida por los demás, como el Maestro. ¡Feliz Pascua de Resurrección!