Antonio Echeto
Ecónomo inspectorial
Este año pastoral 2018-2019 nos hemos propuesto en nuestra Inspectoría fijar la mirada en los más necesitados. El lema “Primero, los últimos” nos lo recuerda. Esta es la mirada de Don Bosco en el Turín de mediados del siglo XIX; una mirada que transformó su vida y le llevó a hacer opciones, muchas veces a contracorriente, que hicieron posible “la sanación” de muchos corazones de jóvenes y también de adultos que se implicaron con él.
El papa Francisco en su exhortación Evangelii Gaudium clama contra una economía de la exclusión y del descarte “que mata”. Estamos siendo testigos de esta realidad que hace que muchos jóvenes vivan sin futuro, sin esperanza, sin horizontes…; que muchos jóvenes arriesguen su vida esperando una mano amiga, como Don Bosco, que les ofrezca una oportunidad.
Más allá de las diversas iniciativas, actividades, propuestas, proyectos… que se llevan a cabo en todos los rincones inspectoriales y que ciertamente nos están despertando, esta propuesta nos debería ayudar a cambiar de enfoque para aprender a mirar de otra manera: mirar la vida y a las personas desde la óptica de los últimos, de los abandonados, de los marginados, desde quienes experimentan la soledad y el desamor… y en consecuencia iniciar decididamente un proceso de conversión hacia un estilo de vida más solidario, más sencillo, más sobrio que contribuya a dar credibilidad al anuncio del Evangelio en esta sociedad.
Y también esta propuesta inspectorial nos debería ayudar a revisar las claves desde las que nuestras comunidades educativo-pastorales, desde sus ambientes formales y no formales, tratan de educar a las generaciones más jóvenes para que aprendan a ser críticos con la realidad que viven y puedan convertirse en agentes de transformación de la sociedad.
Hace poco leía en una revista esta frase de Chesterton que me ha hecho pensar: “A cada siglo le salva la inmensa minoría que se le opone”. Nuestra familia salesiana debería ser parte de esa minoría (la levadura evangélica) que se implica decididamente en la transformación de este mundo que produce tanta exclusión y descarte.
Tenemos entre nosotros testimonios de jóvenes que han encontrado en nuestras casas y en nuestros ambientes salesianos esa mano amiga que les está ayudando a rehabilitarse y a mirar su vida de otra manera, con esperanza y futuro. ¡Qué bien estaría que ellos también se convirtieran en otras manos amigas para otros jóvenes!
Termino con estas palabras del papa Francisco en la exhortación “Laudato si’: “Las acciones comunitarias… que cuidan el mundo y la vida de los más pobres, cuando expresan un amor que se entrega, pueden convertirse en intensas experiencias espirituales”.