29 de febrero, 10:00 de la mañana, Hornachos, una sencilla villa de la comarca de Tierra de Barros nos espera. Varios coches comienzan a llegar a la plaza, provienen de Sevilla, Cáceres, Puebla de la Calzada, Badajoz y Mérida. Saludos, abrazos y parabienes. Tras días de preparación, por fin ha llegado el momento…
Entro con cierta nostalgia, me dirijo a la capilla y mis ojos se clavan, como entonces, en la mirada maternal de la Auxiliadora. ¡Siento que he vuelto a casa!
Me acerco a Jacoba, presidenta de ADMA anfitriona, la veo nerviosa, pero feliz. Me recibe a las puertas del antiguo casino de Hornachos con su cálida sonrisa. Se siente orgullosa de acoger en su pueblo el encuentro de Asociaciones de María Auxiliadora de Extremadura. Dentro huele a café y comienzo a ver caras conocidas… Allí están los de ADMA Badajoz, a su lado los de Puebla de la Calzada, también veo a mis amigos de Cáceres, a los emeritenses, los de la barriada y los del colegio, a miembros del Consejo inspectorial… Y, por supuesto, a muchos asociados de Hornachos.
Tras el desayuno nos dirigimos al colegio de las Hermanas apostólicas de Cristo crucificado, antes de las Hijas de María Auxiliadora. Entro con cierta nostalgia, me dirijo a la capilla y mis ojos se clavan, como entonces, en la mirada maternal de la Auxiliadora. ¡Siento que he vuelto a casa!
Como familia, celebramos la Eucaristía, concelebrada por don Alejandro y don Alberto. Pilar, la savia nueva de la Asociación, hace las veces de monaguilla. Concluimos la celebración entonando a una sola voz el “Rendidos a tus plantas”. Ya en la casa parroquial, María José nos anima a participar en el Congreso de Familia Salesiana que tendrá lugar en abril en Sevilla. Luego, Alejandro Guevara nos entusiasma con sus palabras, que nos siguen animando a ser una asociación en salida, cercana siempre a los jóvenes y a las familias.
Y llega el momento de la convivencia. Entre plato y plato, surgen las anécdotas, los recuerdos, imágenes de antaño: la iglesia de la Purificación, la fuente del moro, la del cristiano, el postigo…
Termina el día, las nubes comienzan a adueñarse de la cima de Sierra Grande. Hornachos vuelve a su plácida tranquilidad. Antes de irme, vuelvo a pasar por la puerta del colegio… Mis hijas ya no están, pero me siento feliz. Cuando regrese al cielo le diré a Don Bosco que puede estar tranquilo. Las salesianas hace tiempo que abandonaron Hornachos, pero el corazón hornachego sigue latiendo en salesiano. La Asociación de María Auxiliadora de Hornachos ha hecho un buen trabajo. ¡Gracias!
María Dolores Moyano Matías, vicepresidenta ADMA Zona Sur Sevilla.
Consejo Inspectorial ADMA