Conociendo a Marta Peirat

24 octubre 2018

Jorge Juan Reyes, sdb.

Marta nació el 7 de octubre de 1983, día en el que la Iglesia recuerda a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario; por eso, en su sobrenombre, lleva también María. El parto fue algo difícil, y por esa razón sus padres decidieron llamarla con el segundo nombre de María. Es Licenciada en Comunicación Audiovisual. Desde hace unos años, trabaja en el Equipo de Comunicación Social de la Inspectoría.

Vinculada a los salesianos desde muy pequeña: fue bautizada por un salesiano, recibió la comunión en la parroquia salesiana, jugó de niña en los patios del colegio salesiano, asistió a las actividades del centro juvenil, sus padres son antiguos alumnos,… Conoció al que hoy es su marido cuando comenzó COU (curso de orientación universitaria), debido a que se tuvo que cambiar de centro, de los Salesianos a Escolapios, ya que ese curso no lo había en los Salesianos. También por razones parecidas, su marido se tuvo que cambiar de centro. Dios tenía preparado este camino para el encuentro.

Marta es muy aficionada a la lectura, al cine, a pasear por la montaña y a jugar con sus hijos. Vive su vocación matrimonial con mucha alegría. Considera que es el mejor regalo que Dios le ha podido hacer.

VyS: En estos momentos, ¿qué haces,  Marta?

M: Compagino mi vocación profesional con la familiar. Intento vivir la vida con alegría y optimismo, pensando que Dios está detrás de cada detalle y acontecimiento. He comprobado que en el servicio a los demás, recibes más de lo que das. Por eso cada verano participamos toda la familia en un campamento de 200 niños y jóvenes del que formamos parte del equipo responsable. Mi marido y yo estamos convencidos de que estos 10 días de entrega total son indispensables para nuestro matrimonio, y además ahora, son un testimonio para nuestros hijos.

VyS: ¿Qué te ha aportado como persona el carisma salesiano?

M: Me ha aportado mi mayor tesoro: la fe. La semilla la pusieron mis padres y abuelos, ya que nací en una familia cristiana, pero sin duda en los salesianos, conociendo a Don Bosco, a María Auxiliadora y la fe que ellos tenían, fue creciendo la mía propia. Soy bastante sensible, espiritual y fácil de conquistar por unos “Buenos Días”, una reflexión al oído o una lectura de la Palabra de Dios. En los salesianos aprendí a rezar, a hablar con Dios, a buscar la interioridad que ahora de adulta es tan necesaria ya que los días son más ajetreados y las tareas a las que quiero llegar son tantas.

VyS: Estás casada, eres esposa y madre, ¿cómo llegaste a descubrir tu vocación matrimonial?

M: Creo que la tuve clara desde el principio. La separación de mis padres cuando yo era muy pequeña, no provocó en mí un rechazo al matrimonio, aunque sí un mar de dudas y miedos. Pude superarlos comprendiendo que el camino que Dios tenía preparado para mí, era distinto al que había preparado para otros. Para Dios somos únicos y cada historia es distinta. Me gusta la imagen del tapiz que por la parte de detrás es un embrollo sin sentido de hilos de colores, pero sin embargo por su parte delantera es una imagen preciosa. Así entiendo que es la vida de cada persona.

VyS: ¿Cómo ves a los jóvenes hoy?

M: Los veo desorientados. Tienen muchas voces a las que escuchar y no por gritarles más nos hacen más caso. Por tanto, creo que además de hablarles claramente del amor de Dios, es cuestión de sentimientos, ‘Cosa del corazón’ como decía Don Bosco. Veo que necesitan sentirse queridos en algún ambiente de sus vidas, bien un centro  juvenil, una asociación, un grupo de fe, en el colegio. Cuando somos adolescentes, la familia deja de ser el referente principal y estar rodeado de otros jóvenes iguales a ti, con sus dificultades personales y guiados por un adulto con fe puede suponer un gran apoyo para un joven en esta etapa tan compleja como es la adolescencia y la juventud.

VyS: ¿Qué es lo que más admiras de Don Bosco?

M: Admiro su optimismo frente a las adversidades, su fe incansable a pesar de ir en contra de la sociedad, pero especialmente el don que tenía con los jóvenes. A pesar de ser adulto los comprendía y era capaz de llegar a ellos de modo individual. Su sistema preventivo, sigue siendo actual, para todos los que estamos educando, a niños y jóvenes, es una herramienta imprescindible.

VyS: Si conocieras a un chico o una chica que estuviera planteándose su vocación, ¿qué le dirías?

M: Le diría que es normal tener miedos y dudas pues empieza una etapa de la vida en que las decisiones que tomamos tienen consecuencias relevantes para otras personas y para el resto de nuestra vida. El compromiso no es fácil, ni está exento de riesgo, es una apuesta. Le diría que hay otros muchos que hemos dudado mucho en nuestra juventud en quien se puede apoyar.

Muchas gracias

 

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