Jordi Lleixà (Badalona, diciembre de 1970). Miembro del consejo inspectorial y coordinador nacional de centros juveniles. Hijo de padres que han trabajado muchos años en la industria del textil, Jordi nació en Badalona el 14 de diciembre de 1970. Desde pequeño ha vivido en un ambiente familiar cristiano. Sus padres han sido personas muy comprometidas con la Iglesia.
Es licenciado en ciencias físicas y en ciencias eclesiásticas. En agosto de 1989 profesó como salesiano en Sanlúcar la Mayor (Sevilla), y en el año 2000, en el comienzo del nuevo siglo, en la parroquia de San Juan Bosco de Navas, recibió la ordenación sacerdotal.
Su camino vocacional surgió cuando, en una ocasión, viendo a un salesiano preocupado le preguntó qué le ocurría para estar así. Éste le respondió que tenía muchos chicos para el casal de verano y pocos animadores. Jordi le dijo: “cuenta conmigo”. Jordi vive contento con su vocación y cree que entregar la vida a Dios sirviendo a los jóvenes, como lo hizo Don Bosco, merece la pena.
Por JORGE JUAN REYES MACÍAS
VyS: Un día dices: cuenta conmigo para el casal de verano, y a partir de aquí todo comienza. ¿Cómo ha sido tu camino vocacional?
J: Yo era alumno de los Salesianos de Badalona y me propusieron ir al aspirantado en Mataró donde pude experimentar la vida comunitaria y la misión salesiana que me engancharon. Descubrí que era la vida que cuadraba perfectamente conmigo. Después seguí todo el proceso formativo hasta llegar a ser salesiano y sacerdote.
VyS: El día que dices que quieres ser salesiano, ¿cómo reacciona tu familia?
J: Mis padres reaccionaron muy bien. Son personas implicadas en diversos movimientos de Iglesia y ellos siempre han rezado para que Dios envíe vocaciones a la vida consagrada o al sacerdocio. Y cuando esta llamada llega a uno de tus hijos (somos cinco hermanos) no hicieron más que agradecerlo y acompañarme. También siempre me han insistido que lo importante es que descubra mi verdadera vocación independientemente de que a ellos les hiciera ilusión tener un hijo salesiano.
VyS: ¿Te has encontrado con dificultades en tu camino vocacional? ¿Cómo las has superados?
J: Grandes dificultades no las recuerdo. Lo que sí he tenido son momentos de duda al ver que lo que estaba viviendo no se correspondía del todo con el ideal que me había propuesto. Con la oración y el acompañamiento personal he ido descubriendo que Dios no nos pide que seamos perfectos y que tenemos que ir asumiendo nuestras limitaciones. Esto ha ido creando en mí la convicción de que Dios me quiere donde estoy ahora.
VyS: ¿En qué casas de la Inspectoría has estado y qué tareas has desempeñado?
J: Después del noviciado en Sanlúcar he estado viviendo y/o trabajando en las casas de Horta, Ciudad Meridiana, Mataró, Martí-Codolar, Terrassa, Sarriá, Sant Boi del Llobregat y Sabadell. Y he hecho un poco de todo: monitor, animador, educador social, profesor, responsable de centro juvenil, director de plataforma social, coordinador de pastoral, director y titular de escuela y director de comunidad. También he estado en algunas comisiones inspectoriales y actualmente soy miembro del consejo inspectorial y coordinador nacional de centros juveniles.
VyS: ¿Qué es lo que más admiras de Don Bosco? ¿Y de María Mazzarello?
J: De Don Bosco su entrega total a los jóvenes. Todo lo que era, tenía y sabía hacer lo ponía a su servicio. Y de María Mazzarello su sencillez y capacidad de dar gran valor a los pequeños detalles de la vida diaria. Y de los dos su optimismo vital que los hacía mirar siempre adelante.
VyS: ¿Qué ha aportado a tu persona tu opción vocacional?
J: Todo. Mi vida no se puede entender sin mi vocación. Siempre digo que los Salesianos me han dado los dos mejores regalos que se le pueden hacer a una persona: ayudarme a descubrir mi vocación, y hacer posible que la viva.
VyS: ¿Conoces a algún chico o chica que tenga inquietudes vocacionales? ¿Qué le dirías?
J: Conozco a bastantes jóvenes que se hacen la pregunta de cuál es mi lugar en el mundo, cuál es mi vocación. Yo les digo que esta pregunta se la hagan a Dios, porque aquello que Dios ha pensado para cada persona es lo que le hará feliz. Por lo tanto, que recen mucho y que se dejen acompañar espiritualmente.