Jorge Juan Reyes.
Los centros juveniles salesianos son espacios en los que los jóvenes conviven, realizan actividades educativas, celebran la fe, y se convierten en protagonistas de su propio camino educativo. Rafa y Águeda así lo vivieron hace algo más de 30 años en el centro juvenil de la Casa de Villena. Allí participaron como jóvenes inquietos, allí se conocieron, y allí comenzaron una relación de amistad tan profunda que acabó en matrimonio, en marzo de 1987. Desde entonces, sus vidas han quedado vinculadas a la familia salesiana. Rafa, funcionario, y Águeda, administrativa, han respondido con generosidad a la vocación matrimonial. Hoy tienen dos hijos: Javi, de 30 años, y Rafa, de 26 años, antiguos alumnos y miembros del MJS. A Rafa y a Águeda les gusta leer, viajar, hacer deporte, montar belenes, disfrutar con la familia, y servir como voluntarios atendiendo a jóvenes en situación de exclusión social, en la Fundación Ángel Tomás.
VyS: ¿Cómo surge vuestra relación?
A y R: Nos conocimos en octavo de EGB, siendo destinatarios del Centro Juvenil Don Bosco de Villena. Formábamos parte de un grupo de amigos y amigas que participaba de las actividades formativas y lúdicas de los fines de semana. Luego surgió la chispa, el noviazgo y la boda en la Iglesia de los Salesianos…. formando una familia junto al Colegio, pues tenemos el gozo de ver la imagen de Maria Auxiliadora desde las ventanas de nuestra casa.
VyS: ¿Cómo descubristeis el carisma salesiano? ¿Qué ha aportado éste a cada una de vuestras personas?
A y R: En la juventud fuimos monitores del Centro Juvenil. Nuestros dos hijos estudiaron en el Colegio Salesiano. Rafa fue presidente del AMPA. Nuestros hijos han sido monitores del Centro Juvenil y el mayor su Presidente varios años. La implicación en el ambiente salesiano junto con la fortuna de conocer a sacerdotes que nos inculcaron su carisma, nos transmitió la gracia que intentamos sirva de guía en nuestra vida. Nos aporta fe, esperanza y fuerza para vivir con alegría cristiana y sobreponernos a las dificultades.
VyS: ¿Cómo descubristeis que Dios os llamaba a formar una familia?
A y R: Somos los hijos mayores de nuestras respectivas familias. Nuestra relación familiar es intensa y enriquecedora. Desde que nos casamos teníamos claro que queríamos formar una familia para que el espacio de amor fuera más grande, más intenso. Sin duda, tener hijos es una gracia de Dios y, en nuestro caso, es lo más transcendente. Son nuestro legado y nos gustaría que pudieran dar testimonio de todo lo que intentamos trasmitirles.
VyS: La vocación es un don, y necesita discernimiento. Os encontráis en un grupo de aspirantes a cooperadores, ¿qué hacéis en él?
A y R: Llevamos varios años reuniéndonos para formarnos y dar consistencia a nuestra fe. Necesitábamos destinar tiempo a “ser”, sin olvidar el “hacer”. Nos enriquece como cristianos comentar, debatir y aprender aspectos de la espiritualidad salesiana con los otros miembros del grupo, de la mano de nuestro formador. Finalmente hemos decidido hacer la promesa y ahora estamos preparando los textos y el compromiso que cada uno de los aspirantes queremos alcanzar. Es un paso importante que requiere de un tiempo de reflexión.
VyS: ¿Qué le diríais a un chico o una chica que estuviera discerniendo su vocación?
A y R: Que busque en su interior si quiere ser feliz siguiendo el mensaje de salvación de Dios. Que sea valiente para ir contracorriente. Que Dios es amor y su mensaje es imprescindible propagarlo al amigo, al vecino, al familiar, al compañero… de manera sencilla y sincera, en las pequeñas cosas del día a día. Y que si lo hace en un ambiente salesiano podrá sumar a su gozo la alegría de estar rodeado de los jóvenes y de un carisma que ayuda para vivir la vida en plenitud y paz interior.