JLLB. Delegado inspectorial de Comunicación Social
Más conocido como “Sínodo de los jóvenes”: en realidad, este es el título más utilizado para referirse a la magna reunión que se ha llevado a cabo en el Vaticano a lo largo de todo el mes de octubre. El Papa y un buen número de obispos más otros invitados han reflexionado sobre la relación Iglesia con los Jóvenes.
Alguno podría pensar que es un Sínodo diseñado especialmente para involucrar a los jóvenes católicos. Todo un macro-evento lleno de esplendor vaticano: sotanas, alzacuellos y preciosos discursos, diseñado para que los jóvenes por fin se animen a participar ilusionados en la vida de su parroquia o en organizaciones católicas y movimientos laicos. Quizás ese sería el Sínodo perfecto para muchos. A un problema interno, una solución en clave interna. Pero hay muy buenas razones para pensar que no ha sido así. El documento sinodal de conclusión y la Exhortación del papa Francisco dentro de unos meses, seguro que serán las mejores pruebas.
1 – Ante todo, ¿qué es un Sínodo de los obispos?
Una asamblea en la que participan los obispos, convocada por el Papa, para hacer una consulta, o abordar una cuestión de especial importancia pastoral para la vida de la Iglesia.
Los sínodos han existido en la historia de la Iglesia desde muy antiguo, aunque no siempre han sido como lo son ahora. Los sínodos actuales responden al mandato del Concilio Vaticano II, quien en su Constitución Chirstus Dominus señaló: “Desea este santo Concilio que las venerables instituciones de los sínodos y de los concilios cobren nuevo vigor, para proveer mejor y con más eficacia al incremento de la fe y a la conservación de la disciplina en las diversas Iglesias, según los tiempos lo requieran”.
2 – ¿Cuántos participan en este sínodo?
Según informa la agencia salesiana de noticias (ANS), participan, además del Papa Francisco que lo preside, 267 Padres Sinodales, 23 expertos, 49 auditores, 34 jóvenes, 16 salesianos (entre ellos, el Rector Mayor, don Ángel Fernández Artime, el secretario especial del sínodo Rossano Sala y el obispo de Gante, Luc Van Looy), 2 Hijas de María Auxiliadora, 37 mujeres, 57 laicos y 10 superiores generales de congregaciones religiosas masculinas.
3 – ¿De qué ha tratado este Sínodo?
El papa Francisco lo convocó en octubre de 2016, tras una consulta a los obispos, a los Superiores Mayores Generales y a las Iglesias Orientales Católicas y su tema fue “Jóvenes, fe y discernimiento vocacional”.
La Iglesia quiere interrogarse sobre cómo acompañar a los jóvenes y pedirles que ayuden a los padres sinodales a identificar las modalidades más eficaces para anunciar el evangelio. Se trata de proceder a una reflexión articulada en tres pasos: dinámicas sociales y culturales de los jóvenes para proponer la fe, pasos para fomentar el proceso de discernimiento, y componentes de la pastoral juvenil vocacional. En todo momento los jóvenes han sido consultados y sus aportaciones, tenidas muy en cuenta.
4 – ¿Cuál es el objetivo de este Sínodo de los jóvenes?
El propio papa lo expone así: “Este Sínodo tiene la oportunidad, la tarea y el deber de ser un signo de la Iglesia que escucha realmente, que se deja interpelar por las peticiones de aquellos que salen a su encuentro, aunque no siempre tenga una respuesta preparada”, y añade: Y les dice a los padres sinodales: “Porque sabemos que nuestros jóvenes serán capaces de profecía y de visión en la medida que nosotros, ya mayores o ancianos, seamos capaces de soñar y así contagiar y compartir esos sueños y esperanzas que anidan en el corazón”.
5 – ¿Qué palabras de los salesianos han resonado en el Sínodo?
En varias ocasiones los salesianos han hablado, tanto en el aula sinodal como en la conferencia de prensa: es el caso de Luc Van Looy, obispo de Gante, Bélgica: “Acompañar significa estar presente, escuchar, con puertas y corazones abiertos, con un interés profundo y concreto, siempre dando valor y esperanza. Un educador que acompaña a los jóvenes no es solo un profesional en una consulta, o un psicólogo que examina los tipos de comportamiento; es un amigo en la vida de una persona, dispuesto a caminar junto a los jóvenes”. Y, por otra parte, también se ha pronunciado el Rector Mayor, Ángel Fernández Artime: “Pienso que esto debemos transmitir al mundo: que la Iglesia y sus Pastores sienten a todos los jóvenes del mundo como suyos, nuestros, porque nadie se ha de sentir excluido. Los jóvenes deben sentir que los acogemos sea cual sea su situación, y sus historias de vida. Por último, nuestros jóvenes deben escucharnos decir que los queremos, y que queremos hacer camino de vida y de fe junto a ellos. Han de sentir que les susurramos a Dios. Quizá no lleguemos a una excelente ortodoxia ni ortopraxis, pero sí sentirán, por medio de nuestra pobre mediación, que Jesús los ama y les acoge siempre. Entonces todo habrá merecido la pena”.