Joan Valls. Consejero inspectorial.
“Con Don Bosco reafirmamos nuestra preferencia por la juventud pobre, abandonada y en peligro, la que tiene mayor necesidad de ser querida y evangelizada, y trabajamos, sobre todo, en los lugares de mayor pobreza” (Constituciones Salesianas 26).
La Campaña de la Inspectoría María Auxiliadora para el curso 2018 – 2019 tiene el título de Primero los últimos. Y un subtítulo que lo delimita: Dios no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños. Está inspirada en el Capítulo 18 del evangelio de Mateo. Los pequeños son los que reúnen tres características: debilidad, dependencia y la necesidad de confiar en alguien.
Jesús se identificará con estos pequeños y a su vez nos indica el camino de que identificarse con ellos, los pequeños y pobres, es la manera de identificarnos con Jesús. La campaña se centra en la parábola evangélica de la oveja perdida: un pastor tenía 100 ovejas y se le pierde una. Deja las 99 y va a buscar la perdida. Cuando la encuentra tiene una alegría inmensa. Nos habla de un pastor que corre riesgos: confía en las 99 que deja temporalmente solas, confía en encontrar la que se había extraviado y piensa que vale la pena hacer este esfuerzo por una sola. Criterios evangélicos muy en contraste con otros técnicos o profesionales ¿Arriesgar las 99 por una sola? Jesús optando claramente por los últimos.
Don Bosco fue especialmente sensible a estos textos del evangelio. Le iluminaron en sus opciones de vida: por los jóvenes su gran prioridad y dentro de ellos los pobres, abandonados y en peligro y dentro de éstos los más pobres. Por eso la opción de trabajar con los jóvenes más pobres la definió el CG XX 48 como una prioridad dentro de la prioridad. La gran prioridad del trabajo educativo y evangelizador por los jóvenes que fueron el centro de la vida de Don Bosco y de los que queremos seguir su camino. Y dentro de esta prioridad, la opción por los jóvenes más pobres.
“La atención pastoral a los jóvenes necesitados marcados por el estilo del Oratorio, deberá informar, por consiguiente, toda iniciativa de cualquier tipo que sea” (CG XX 243).
Cada salesiano, cada comunidad, cada educador y agente pastoral, cada obra y cada ambiente estamos llamados con esta campaña a ver si tenemos en nuestra cabeza, en nuestro corazón y en nuestra acción la misma pasión por los últimos que eran propios de Jesús y que marcaron la vida y misión de Don Bosco. Los últimos de la zona, los últimos de cada obra, los últimos de cada ambiente, los últimos de cada clase o grupo, los últimos de mis amigos, los últimos… una gran llamada y una gran oportunidad de encontrarnos con el mismo Jesús: “A mí me lo hicisteis o dejasteis de hacer”. La dimensión mística de la Campaña: posibilidad de encuentro con el mismo Jesús. Y dimensión espiritual de la Campaña: trabajar por los jóvenes “últimos” es uno de los rasgos característicos que nos define como salesianos.
Primero los últimos para llegar a ser todos primeros, todos diferentes, pero iguales. Todos familia, como quería Don Bosco que fueran sus casas. Con los jóvenes, especialmente los “últimos” como grandes protagonistas que crecen, son autónomos y se sienten queridos. Que saben y pueden confiar en que como el pastor de la parábola alguien les saldrá a buscar sea cual sea su situación. Esta es la misión que nos anima a redescubrir la campaña de este año. Más allá de las acciones que realicemos, cambiemos y convirtamos nuestro corazón para que siempre tengan prioridad en él los jóvenes “últimos”. Prioridad dentro de la prioridad.