D. Antonio do Muiño, como fundador y primer director, y el resto de los salesianos de la comunidad llegaron a Pozoblanco en septiembre de 1930, en la “Huerta del Obispo” solo existían dos edificios: la casa solariega del Obispo Pozuelo y el pequeño pabellón de dos plantas, que acababa de edificarse para uso escolar. La iglesia, cubierta de aguas, estaba en construcción, circunstancia que obligó de inmediato a la comunidad a utilizar <la antigua capillita, diminuta y coquetoncilla del Obispo situada a la derecha de la casa, en palabras de D. Antonio Martínez de Haro. Al poco tiempo, la afluencia de vecinos y bienhechores urgió habilitar una capilla más amplia en parte de la planta baja del edificio escolar, <ocupando la mitad del salón y separada del resto por un tabique de madera>. Dicha planta ha estado destinada, desde el principio hasta hoy, a teatro y usos múltiples.
Tras la guerra civil, D. Antonio Martínez de Haro fue enviado por el Sr. Inspector para tomar posesión de una casa-colegio en ruinas (28 de marzo de 1939), a fin de limpiar y procurar lo indispensable para celebrar culto en la iglesia y hacer posible la estancia de los salesianos, a punto de regresar. Cuando D. Antonio do Muiño puso de nuevo los pies en Pozoblanco (22 de abril de 1939), <todo estaba destruido y lleno de suciedad. La iglesia daba lástima: desmantelada, sin retablos, sin imágenes, descuartizadas las cristaleras…>. La bellísima talla de María Auxiliadora fue precipitada por uno de los balcones de la fachada de la casa, acabando destrozada.
Con D. Eduardo Ramos como director, la iglesia adquirió un nuevo relieve social y popular con la creación de la Cofradía del Santísimo Cristo del Perdón (1944) y Nuestra Señora de la Amargura (1946), imágenes donadas por la Familia Bosch y Guillermo Vizcaino, respectivamente. A ella se unió, años más tarde, la Cofradía de la Borriquita, el 6 de abril de 1952.
Una reforma de empeño a favor de la belleza y la calidad religiosa, de la que aún quedan los elementos principales, fue la realizada en la iglesia por D. Luis Hernández Ledesma durante su directorado (1948-49/1953-54), especialmente durante los dos últimos cursos. Él promovió el retablo y los frescos dedicados a san José, las escenas del Vía Crucis, el precioso púlpito, ya desaparecido que, coronado por los ángeles que actualmente posan en el altar del Cristo del Perdón, buscó espacio apropiado sobre la columna del presbiterio, junto a la puerta de entrada.
La Iglesia de San José es un auténtico foco de espiritualidad salesiana, de devoción mariana y popular. Siempre abierta, con celebraciones juveniles y abiertas a todo nuestro Pueblo.