Susi y David son un matrimonio cristiano comprometido que hace su vida en la ciudad de Elche. Él trabaja como profesor del colegio salesiano y ella, aunque trabajó hasta el año pasado en Cáritas, ahora se dedica a ser madre de sus hijos a tiempo completo. Su testimonio de amor comprometido y entregado en las manos de Dios nos alienta e ilumina a los que compartimos un poquito de su riquísima vida en común.
Cuando emprendes un largo camino es de gran ayuda contar con un buen bastón en el que apoyarte. Un bastón como el que presentamos ante el altar el día de nuestra boda. Aquél día queríamos simbolizar nuestra fe; la confianza que ofrecíamos a Dios para que formase parte indispensable de nuestro matrimonio. Siempre hemos estado abiertos a Dios para que sea su amor el que nos une y no sólo el amor humano. El resultado es una unión muy fuerte; camino hecho entre los tres. Es una experiencia espiritual; un caminar con alegría y esperanza también en la dificultad; un escuchar a Dios en el otro y un sentirte amado por Dios en el otro. Nuestra experiencia se resume en un caminar juntos intentando cumplir el plan salvador que Dios regala a nuestra familia.
No hace mucho comentaba a un grupo de jóvenes que más que una pareja nosotros somos un “trío” en el que intentamos tomar las decisiones contando con cada uno de los miembros, pero fiándonos totalmente de los retos y a veces locuras que el “tercer miembro” nos sugiere. En ocasiones nos sentimos como dos niños que corren de la mano de un padre que nos lleva con alegría por caminos siempre nuevos.
Esto explica que al poco de casarnos participásemos en la misión evangelizadora de la Iglesia durante casi tres años en la República Democrática del Congo; o que nos abriésemos a criar y educar dos niños preciosos, Joan y Pau, como parte de una familia comprometida con el Reino de Dios; o que tengamos nuestra casa siempre disponible para que familiares y amigos encuentren una acogida y un espacio para reunirse y celebrar la vida… También fue Dios quien nos hizo ver que sería muy bueno que uno de los dos dejase de trabajar hace un año para cuidar mejor de los niños y de la familia, renunciando a un sueldo pero también al estrés que amenazaba nuestra armonía como también renunciábamos al estrés y la prisa que amenazaba a sus planes para nosotros. Estos son algunos ejemplos de cómo intentamos dejarnos guiar por un Padre que nos ama y nos llama continuamente a participar en su misión.
¡Gracias Señor por mantenernos unidos en tu amor!