Josan Montull, director de Salesianos Huesca
PAÍS: Alemania (2018)
DIRECTOR: Lars Kraume
MÚSICA: Christoph Kaiser, Julian Maas
FOTOGRAFÍA: Jens Harant
REPARTO: Jonas Dassler, Judith Engel, Tom Gramenz, Michael Gwisdek, Max Hopp,Rolf Kanies
En 1956 Hungría vivió un episodio revolucionario para liberarse de la antigua Unión Soviética. Esta “primavera de Praga” pretendía vivir un socialismo más tibio y más humanitario que el que se estaba imponiendo en los países del eje soviético. La aventura terminó con la invasión de los tanques rusos que volvieron a instaurar la dictadura acabando violentamente con la ilusión de un pueblo esperanzado. Faltaban entonces cinco años para la construcción del muro de Berlín.
Más allá de Hungría, en la Alemania del Este, un grupo de jóvenes estudiantes se entera clandestinamente de la esperanza que surgía en Hungría y de la represión soviética. Sintiendo admiración por la gesta del pueblo húngaro y una profunda indignación contra la represión de la URSS, deciden los estudiantes mostrar su solidaridad con las víctimas y hacen un minuto de silencio durante las clases.
El episodio, que bien podría ser insignificante y hasta anecdótico, es considerado como antirrevolucionario por la Dirección del centro y desata al principio toda la sospecha del profesorado y luego la ira de la Administración comunista contra aquellos chicos y chicas que de pronto ven amenazada su vida y la de sus familias por expresar libremente su solidaridad.
La película, inspirada en un hecho histórico, se convierte en una lección tan dura como hermosa de los mecanismos que desatan los totalitarismos para acabar con cualquier pensamiento de signo crítico.
Lo que empieza pareciendo un correcto melodrama juvenil se convierte en una parábola contundente y pedagógica que va desgranando los mecanismos de las dictaduras para controlar, desde el miedo, la vida de las personas.
Así, a los jóvenes se les pide la delación, se intenta dividirles con falsas acusaciones, la Administración no duda en amenazarles con la imposibilidad de terminar sus estudios, las familias se ven obligadas a posicionarse y remueven un pasado oscuro y sangriento dominado por el miedo; tampoco faltan las noticias falsas, la persecución de las convicciones religiosas, la tortura sicológica y hasta la cárcel para homosexuales y disidentes.
Los jóvenes, por su parte, viven como grandes valores la fidelidad entre ellos, la amistad, la aspiración de la verdad y el sueño de la libertad. Su conducta es tan coherente y valiente que pone al descubierto cómo los adultos se han sometido y han bajado la cabeza por el terror; los que argumentan cómo lucharon contra el nacismo han terminado asimilando sus sistemas de represión.
El director, Lars Kraume, que ya había rodado otro film político, “El caso de Fritz Bauer” consigue con “La revolución silenciosa” una obra interesante, con una reconstrucción histórica y ambiental meritoria, dotada de un ritmo que va avanzando con intensidad a lo largo del metraje y con una interpretación coral más que correcta.