Durante el mes de julio se han restaurado las cuatro pechinas de la cúpula de la parroquia de San Antonio Abad de Valencia. Un trabajo delicado realizado por especialistas de la empresa GAYA de Valencia por tratarse de unas pinturas al fresco del siglo XVIII, (hacia el 1750) catalogadas de la escuela de Ignacio Vergara, como las de la bóveda del altar mayor.
Son unas pinturas que nunca habían tenido alguna intervención de restauración. Había grietas, desconchados, pintura desaparecida, larvas, hongos, suciedad de humos de velas, incienso… También había restos de balas y perdigones de la guerra del 36, algunos de cuyos orificios se ha respetado por tener valor histórico y así nos los ha exigido patrimonio.
Tras un mes de trabajo, el día 1 de agosto las pechinas ya lucían otra luminosidad de colores y detalles nuevos visibles. Desde ahí nos contemplan: San Agustín, San Atanasio, San Serapio y San Pedro ermitaño. Curiosamente no es el típico tetramorfos de los evangelistas, como es propio en las iglesias valencianas, sino que son cuatro padres del desierto más propio de la espiritualidad de los antonianos que habitaron el antiguo convento del carrer de Morvedre (calle Sagunto).
Con esta obra se ha completado la restauración iniciada el curso pasado en la bóveda central. Un rico patrimonio de la diócesis valenciana y de la parroquia salesiana de San Antonio Abad cuya estética queda al servicio de la celebración de la fe y de la cultura.