Rafael Hernández es actualmente director del Colegio Salesiano de Villena (Alicante). Nació en la misma ciudad en la que ahora vive el 4 de enero de 1974. Su relación de con los salesianos viene de lejos. Entró como alumno del colegio en 1980 y desde entonces toda su vida ha estado vinculada a los salesianos. Fue aspirante salesiano en Burriana (1988-1991) y pre-novicio en Alicante (1991-1992). Desde entonces ha estado trabajando en la Casa Salesiana de Villena, de monitor del Centro Juvenil Don Bosco, de profesor, de coordinador de Pastoral y ahora de director.
– ¿Cómo vives tu vocación salesiana?
Yo creo la enseñanza es de las profesión más vocacionales que existe. Si no tienes vocación de educador es muy difícil dar tu vida a la enseñanza con ilusión.
Vivir la educación desde el prisma salesiano, es intentar mirar a los jóvenes con los ojos de Don Bosco. Es intentar ser cercano y comprensivo. Es transmitir confianza y es, sobre todo, tener alegría.
Yo vivo mi vocación salesiana todos los días, en mi día a día, Don Bosco siempre está presente.
– ¿Hay alguna experiencia salesiana que haya marcado tu vida?
El acompañamiento y el ejemplo de muchos salesianos ha marcado mi vida.
Siempre me han ayudado y apoyado y, sobre todo, han confiado en mí para realizar muchos proyectos. Desde los primeros salesianos que conocí a los que con el tiempo se han convertido en amigos y consejeros.
– ¿Cómo se trabaja hoy la pedagogía de Don Bosco en un colegio salesiano?
En primer lugar yo remarcaría la familiaridad. El trato cercano profesor alumno es una de las cosas que los antiguos alumnos echan de menos cuando dejan nuestras aulas.
Luego en el aula se intenta trabajar desde el compañerismo. Centrándonos en los más necesitados, siendo la atención a la diversidad uno de los pilares importantes de nuestro proyecto.
– Pensando en tantos jóvenes que no tienen clara su vocación ¿qué consejo les darías a todos los que se están planteando su vida sin saber qué camino escoger?
Lo fundamental que les diría es la búsqueda de la felicidad. Encontrar aquello que les motiva, que les hace crecer como persona. No perder la ilusión por las cosas. Se puede estar muy bien preparado para el trabajo, se puede estudiar mucho, pero si realmente no se tiene ilusión uno se no siente realizado como persona, no es feliz. Buscar nuestro lugar en la vida. Esforzarse por hacer las cosas con esfuerzo e ilusión.