Antony Rivas de 18 años habla con seriedad de cómo quiere escribir su futuro, consciente de lo difícil que es lograr un buen trabajo y dar con una vocación antes de buscarlo. Hace apenas un par de años salió de El Salvador hasta España persiguiendo un empleo que le diera dinero a él y a su familia y que sabía que en su país nunca iba a conseguir aunque siguiera estudiando. Pero el niño que se subió al avión no es el mismo joven que hoy acude cada semana a la Fundación Don Bosco para formarse.
Él mismo reconoce que aquella decisión fue una locura pero no se arrepiente en absoluto. Estuvo casi un año entero sin avanzar viviendo en un Centro de Menores en Sevilla. «Yo tenía una situación irregular en el país, con la ESO además no homologada no podía ni encontrar trabajo ni seguir estudiando y pronto no podría tampoco seguir en el centro de menores; hasta que me hablaron de Don Bosco», explica a Sevilla Solidaria, «sin ellos no sé qué hubiera sido de mi, la verdad».
Todo cambió entonces. La fundación con sede en el Polígono Sur y centrada en menores y jóvenes en situación de exclusión social así como otros colectivos, no sólo le ha ayudado en su educación, sino también en su cambio de mentalidad porque comprendió que se enfrentaba a un largo camino que tenía que recorrer con tiento. Aquí le tendieron una mano cuando más sólo estaba y encontró verdaderos amigos tanto en los profesores como en el resto de alumnos, que vivían muchos una situación parecida. «En enero de 2019 comencé en la Escuela Prelaboral donde estudié peluquería y estética pero me enseñaron mucho más que eso, también sobre responsabilidad y educación para tener un puesto de trabajo y mantenerlo», explica, «además lo más importante es que te impulsan a seguir adelante».
«La Escuela Prelaboral se crea para favorecer el desarrollo de las condiciones necesarias, personales y sociales, en los menores para que les permita iniciar un itinerario profesional», explica Isabel Nieto, coordinadora del programa socieducacional de la Fundación Don Bosco. «A lo largo del proyecto, además, el alumno participa en varios proyectos transversales en la entidad». Así, Antony también se formó sobre igualdad, promoción de la salud, sensibilización de la diversidad o tolerancia e igualdad a través de las tics. «Creo que estos talleres son muy importantes porque estamos en 2020 pero aún hay gente que no lo entiende», confiesa el joven salvadoreño, «y los conocimientos que ellos me han enseñado los puedo promocionar; por ejemplo, hay amigos que por lo calle han soltado algún comentario que sobra y no está de más decirlo, se crea un debate y lo hablamos».
Escuela de Segunda Oportunidad
Tras seis meses en la Escuela Prelaboral, Antony pasó a formarse en la Escuela de Segunda Oportunidad (E2O), destinada a ofrecer un retorno educativo o la reinserción laboral a jóvenes de entre 15 y 29 años, con unos itinerarios personalizados para cada uno. En Sevilla cuentan con 50 alumnos aunque en Andalucía la Fundación Don Bosco tiene 4 escuelas más, así como una en Canarias, todas acreditadas por la Asociación Española de Escuelas de Segunda Oportunidad. El siguiente paso es que sean respaldadas por la Administración Pública, de forma que puedan pedir titulaciones oficiales.
«La EO2 pretende acompañar a estos jóvenes un mínimo de dos años», aporta Isabel, «trabajamos con ellos según el momento en el que se encuentren, quizás necesitan sensibilización, adquirir competencias, prácticas laborales o incluso ya tener opción a un empleo, pero la idea es que descubran que son valiosos, quizás el sistema educativo tradicional no ha funcionado con ellos y necesitan algo distinto». Para ellos la fundación cuenta con la colaboración de otras entidades. Gracias a Cocacola, Antony participó en la «Gira Joven» durante 4 días en Madrid y en el «Lider Coach» con seis sesiones junto a un empresario como mentor a quien acompañó durante su trabajo.
Antony sigue en la Escuela donde estudia inglés y se plantea obtener un título que certifique sus conocimientos del idioma. Desde que cumplió los 18 vive en un piso para extutelados por la Junta de Andalucía y durante el verano quiere trabajar en lo que encuentre para ir ahorrando para independizarse En Sevilla se siente acogido, «desde que llegué al aeropuerto de Madrid todas las personas con las que me he cruzado han sido muy amables conmigo», asegura. Le gusta bailar sevillanas y las tapas de aquí. Su meta es entrar en un grado medio de integración social -enfocado en lo social realiza un voluntariado los lunes con personas mayores- «y desde ahí hasta donde pueda llegar». Está dispuesto a no desaprovechar esta segunda oportunidad que le ha brindado la Fundación Don Bosco, donde le han dado las herramientas para estar en igualdad de condiciones que el resto de jóvenes.