Nosotros aquí igual no tanto, pero una de las tradiciones más importantes en muchos países es empezar enero haciendo una lista de “Propósitos de Año Nuevo”. Ya sabéis, que si ir al gimnasio, dejar de fumar o…
El otro día salía este tema en el libro de inglés de Martín, mi vecino. Y dijo Olga, su madre: “Uy, sí. Estamos este año para hacer propósitos. Total, ¿para qué?”. Y esto me dio qué pensar.
Esto nos ha partido por la mitad. ¿Vivimos tal incertidumbre que es mejor no pensar, no hacerse planes? ¿No podemos planificar nada? ¿Debemos renunciar a hacernos propósitos y dejarnos llevar por la corriente, por los acontecimientos? Buena pregunta.
Y a Martín se le ocurrió: “¿Por qué no hacemos una encuesta?”. Pues, venga. Y allí se fue, boli en mano, a incordiar a desconocidos, amigos y allegados: ¿Qué pensáis? ¿Podemos hacer planes? ¿Crees que es posible hacer propósitos de año nuevo este año?
¿Cuáles creéis que han sido los resultados? A saber, según los apuntes de Martín:
– 10% de “cara rara”. Miran raro, levantan las cejas –imagino que dudando de su salud mental– y sacuden la cabeza. Lo que viene a ser habitualmente: “No sabe, no contesta”.
– 40% de “Pa´ pensar estoy yo. Con la que está cayendo”.
– 35% de: “Total, ¿para qué?”, como mi madre.
– 20% de: “Lo voy a intentar”, como otros años.
– 3% han dicho: “Virgencita, virgencita… que me quede como estoy”.
– 2%: “Chaval, de qué vas”.
– Y Pepe, el del 1º: “Sí, pero diferentes”.
“Martín, ¿tú qué piensas?”
Entonces, yo le pregunté a Martín: “Diferentes, ¿en qué?”. “Ah, pues no sé” –me respondió–, bajo a preguntarle. Y allí se fue.
“Le he dicho que me lo dicte porque es muy raro –me dijo cuando subió. “No podemos controlar lo que pasa, por eso no pueden ser propósitos de hacer sino de ser (me ha dicho Pepe que lo subraye). Porque, por ejemplo, si yo hago el propósito de ser más, por ejemplo, siempre podré ponerlo en práctica, pase lo que pase. Y así siempre podré mejorar. Y anda que no tengo cosas para mejorar”.
“Qué interesante, Martín– le dije yo–, y después de la encuesta, ¿tú que piensas?”. “Pues, mira –me contestó– que me gusta lo de Pepe”.
¿Y sabéis lo que os digo? Que a mí también. Ojalá más lo hiciéramos. ¿Qué propósitos nos hacemos?
Al fin y al cabo, como dijo Thomas Carlyle: Una persona sin un propósito es como un barco sin timón.
Fuente: Boletín Salesiano