La vida de esta religiosa salesiana misionera había hecho de la selva amazónica del Ecuador “la patria del corazón”. Desde el encuentro con el espíritu de Don Bosco, cuando, a los diez años descubre el Boletín Salesiano, que le dio su maestra de escuela primaria, y donde lee sobre las misiones, hasta su muerte el 25 de agosto de 1969 en accidente aéreo, cuando el avión en el que viajaba a Quito se precipitó contra a tierra, su vida estuvo marcada por la renuncia y el don total de sí misma.
Sor María dejó a su familia y su tierra natal italiana, para entrar en el prenoviciado el 15 de octubre de 1905 y no volver nunca más a casa. Aún a los 85 años, escribía: "El desprendimiento me ha costado mucho: el desapego de mis padres, de las superioras, de mi país, de mi lengua, de todo; al subir al barco dije adiós para siempre. En el cielo nos volveremos a encontrar".
Renuncias de diversos tipo la hicieron disponible a una vida dedicada al bien de las personas que Dios le confió y que la llevó poco a poco a una entrega suprema a la hora de traer la paz entre los indios shuar y los colonos blancos.