La Región Europa Centro Norte es una de las siete regiones de la Congregación Salesiana y, mirando su situación histórica y cultural, se puede considerar que es una de las regiones más complejas. El P. Tadeusz Rozmus, Consejero Regional, ofrece una entrevista.
¿Podemos hablar de la región, de su diversidad, de los aspectos positivos y del desarrollo?
Europa es una tierra de contrastes. Por un lado es una región entre las más desarrolladas, con las tecnologías más avanzadas, con un estándar de vida alto… y por otro lado, es un mosaico de culturas, lenguas, intereses, fronteras e incluso con diversas pobrezas, entre las que se cuenta como pobreza más grande es la juvenil.
La Europa que tenemos en mente, es a menudo diferente de la realidad: no es la Europa de los años 80, cuando la prosperidad parecía que era el destino natural de los europeos. El costo de vida en muchos países crece constantemente, creando diversas formas de pobreza y entre las que se encuentran están las familias y los jóvenes.
Una de las más trágicas situaciones después de la Segunda Guerra Mundial fue la división de Europa entre el Este y el Oeste. Las consecuencias persisten aún hoy en día: la parte occidental está más desarrollada, pero con una pérdida más rápida de los valores, incluso los de la fe cristiana; Europa del Este se vio afectada por las consecuencias de la mentalidad soviética, la aniquilación de la libertad, la persecución… pero ha reforzado la dimensión espiritual y parece que hoy en día tiene mucho que ofrecer a Europa Occidental, desde la perspectiva de la tradición cristiana.
La Europa unida debía constituirse para sus fundadores – Robert Schumann, Konrad Adenauer, Alcide de Gasperi y Jean Monnet – en una nueva calidad de las relaciones y de las relaciones internacionales. Hoy vemos las consecuencias positivas de este proceso: una Europa sin fronteras, con las economías nacionales unificadas, fortaleciendo la seguridad y el desarrollo. Sin embargo, la tendencia actual de desarrollo y los muchos tratados impuestos en la política europea han creado descontento en muchos países. Para ver la complejidad de la situación tan solo debemos mirar la nueva situación creada por las crecientes migraciones y nuevos movimientos tácticos militares, que no quedan sin influencia en la situación europea.
Este es el contexto en el que trabajan actualmente los Salesianos, en el centro de dos regiones: "Región Mediterránea" y “Europa Centro Norte”: 16 provincias, 2 delegaciones, alrededor de 2500 Salesianos, con cientos de escuelas, Centros de formación profesional, parroquias, oratorios, casas de formación.
Una realidad verdaderamente impresionante y rica, pero con diversos problemas.
¿Cómo hacer caminos unitarios para los salesianos de la región?
La diversidad de la región muestra la riqueza del carisma salesiano: los salesianos fueron a la vanguardia de la inculturación en Europa, por lo que nuestro carisma se disgregó en todas partes y en la actualidad es multicultural.
Para esto como salesianos estamos llamados hoy, para construir, no muros que dividen, sino puentes que unan. Puentes entre los pueblos, entre las naciones, entre las lenguas, las culturas, entre las religiones, entre las generaciones, y los sistemas políticos… Es muy importante que no se pierda esta gran herencia de la diversidad.
Y es un proceso que comienza desde nosotros mismos. No es casualidad que el último Capítulo General hizo un fuerte llamado a la conversión de nuestra mentalidad. Considero esta invocación como una invitación profética, aunque no es fácil, porque hay un enemigo que se llama: individualismo.
No hay duda que actualmente todo el mundo necesita de los demás, también nosotros los Salesianos. En este aspecto incluyen los esfuerzos actuales que hacen hincapié en la importancia no solo de la Congregación, sino de toda la Familia Salesiana. Nuestra conversión es cada vez más importante y se manifiesta no solo en las formas cambiantes de pensamiento, sino también en diversas formas concretas: en la reducción de las presencias salesianas, en la adaptación a los retos actuales, en el estudio de la situación de los jóvenes y de las lenguas, en el salir hacia los jóvenes… tenemos que ser profetas, no en el defender nuestras nostalgias y nuestras estructuras; sino en planificar el futuro para ser grandes soñadores y grandes realistas.
Lo que importa hoy en Europa no son tanto las estructuras, las estadísticas, las grandes obras, sino la calidad del mismo corazón que Don Bosco ofreció a los jóvenes. Debemos ofrecerles carisma salesiano de forma agradable, atractiva, vivaz, invitándoles a que sean parte de nuestra familia. Estoy seguro que si los Salesianos y la Familia Salesiana se centraran en este ideal, se ofrecería con calidad a los jóvenes el corazón de Don Bosco, y por tanto tendríamos un futuro brillante para Europa. Tal vez mejor que el actual.