¿Los jóvenes sienten que la Iglesia cuenta con ellos? ¿Se les escucha? ¿Tienen alguien que los represente orgánicamente? Estas son algunas de las preguntas con las que recuperamos este diálogo motivado por el Sínodo de jóvenes.
"Yo he oído a mucha gente de base decir ‘todos somos Iglesia’, pero hay poca gente de la estructura que lo diga", explica Ernest Casaponsa, vinculado a La Salle. Aclara que quizá sí que lo dicen, pero no invitan a todos a ponerse delante de un micrófono.
Así presenta Ernest esta contradicción. Vive un desfase entre lo que cree y piensa, y lo que a menudo expresa la voz pública de la Iglesia. En cuanto este análisis: "Cuando viajo, siempre digo que vivo en una de las partes del mundo más secularizadas", dice. Lo considera el resultado de una "historia, política y social", pero reivindica que aún ahora "siguen habiendo cosas que hacen que luches contracorriente".
Plantea el caso de unas hipotéticas "declaraciones oficiales" con las que no se siente reconocido. "Si todos sóis Iglesia, ¿cómo dejas que éste salga por la tele y diga lo que está diciendo?" Le preguntan. "Esto para mí es un gran handicap porque es una realidad que no puedo controlar".
"La gran riqueza de la Iglesia es la diversidad"
Manuel Olid, del mundo salesiano, comenta que con los jóvenes universitarios también intentan reflexionar sobre estos temas. Compara la Iglesia con una gran familia y formula un interrogante: "Todos tenemos un tío que en Navidad dice cuatro tonterías, que es muy llamativo y que dice las cosas como le parecen. ¿Toda la familia es como este tío? No, pero lo quieres igual ".
Con todo, reafirma el mensaje de Ernest: "Sí, es un gran handicap". Incluso va más lejos: "Es imposible cambiar la imagen de la Iglesia si sólo las voces que se escuchan son las de arriba".
"Y cuando las de arriba hablan de una forma tan autorizada", matiza Ernest. Para él "si la Iglesia tiene una gran riqueza es la diversidad". Considera que no se corresponde con el mensaje que trasladan los medios de comunicación, que hablan de una Iglesia como "unidad ideológica". Una visión que no considera real y que contrapone a una diversidad "que nos ayuda a crecer". Dice que "la Iglesia no ha sido nunca unificada" y se remite a "una historia llena de rupturas y de subcaminos". Cree que conviene hacer autocrítica y que tampoco vale dar por válido un único mensaje cuando resulta que es "social y abierto", porque no representa toda la realidad eclesial.
"Los jóvenes tenemos un papel muy importante"
Gisela Pruna conduce la reflexión hacia la "responsabilidad personal": "Al final, a quien doy cuentas de todo lo que hago es a Dios y escojo con conciencia que debo hacer". Cuando una voz que se considera autorizada da un mensaje, ella lo procesa y se plantea si está de acuerdo o no.
Y hace un llamamiento alentador: "Los jóvenes tenemos un papel muy importante: creernos que tenemos poder y tirar millas". Añade: "Llegaremos arriba y nos preguntarán ‘¿tú qué has hecho con todo lo que te he dado?". Recupera así la importancia de dar testimonio con el día a día. En su caso, explica, con detalles como decir hacer saber a alguien que sufre que rezarás por él o bendecir la mesa. Sin "dar sermones".
Defensa que "al final, el papel que tenemos es el papel que nos creemos y hacemos". Y apela a superar "el techo que a veces nos meten" porque "cuando llegues arriba, ni techo ni nada!". Y se plantea como Dios le preguntará: "Yo te he dado luz para que brilles. ¿Cuando has brillado? ".
"No puedo competir con quien tiene una voz internacional"
Manu retoma la conversación aclarando que Ernest se refería al poder que tienen los jóvenes para revertir de forma efectiva los prejuicios sociales hacia la Iglesia. "Es muy difícil de combatir cuando los jóvenes no tenemos voz para hablar en ciertos medios de comunicación y lo que escuchan de Iglesia es sólo el titular de turno". Coincide con que todos pueden hacer un testimonio con la gente cercana, pero reconoce: "No puedo competir con una persona que tiene una voz internacional".
Gisela busca otro ejemplo para volver a "la responsabilidad personal". Y habla de los YouTubers. Piensa que sus vidas, a menudo, "no son nada del otro mundo", pero en cambio les reconoce un poder comunicativo. Algunos pueden tener dos millones de seguidores. "Si la gente está buscando la vida y está propagando el mal como le da la gana, ¿qué herramientas utilizamos nosotros para combatirlo?". Ernest recoge la propuesta con una sonrisa: "Muy interesante: YouTubers cristianos!".
El problema, dice el Abril Fabà, es que "en el momento que tienes una institución superfuerte, en mi opinión, poco modernizada y en la que siempre hay la misma gente, es muy difícil romper con esta línea desde abajo".
Gisela se pregunta si el papa Francisco no ha ayudado a cambiar esta dinámica. Abril dice que sí, pero que se refiere al "funcionamiento arraigado" como organización eclesial. Por ejemplo: "¿Cómo condiciona toda la línea de la Iglesia el hecho de que haya un papa".
Los laicos y el día a día de la parroquia
"Yo sí siento que en mi iglesia me tienen en cuenta", dice Héctor Ganivet. Reconoce que "hay gente bocazas que la pifia", pero también habla de "un clamor que viene de Roma y que pregunta ‘los jóvenes que decís". Se muestra sorprendido por este interés relativo al Sínodo de jóvenes, pero ve una luz de esperanza.
Le hemos pedido con qué aspectos concretos se siente escuchado. "Siento que importo como Héctor, mi propia vida y mi itinerario". Defensa el deber de corresponder "con lo que convenga" a "esta Iglesia con la que yo me relaciono por todo lo que me ha brindado".
En el caso de los salesianos, explica Manu, hay "una estructura juvenil que hace que tengamos voz". Se refiere a la MJS: la Movida Juvenil Salesiana. En la coordinación participan los jóvenes. "Somos ocho jóvenes con un salesiano, una salesiana y un cooperador". Por tanto, no son sólo un vehículo para organizar actividades, sino que también participan los órganos de decisión.
Oscar Millán comparte su experiencia de parroquia en Tarragona: "Entre semana el seminarista no está, y los laicos participamos mucho más del día a día de la parroquia". La figura de las personas que han optado por la vida religiosa tampoco está presente en la delegación de jóvenes, explica.
La vocación, más allá de la vida religiosa
El Sínodo de jóvenes incluye toda una parte dedicada al discernimiento vocacional. Y en esta mesa redonda hemos hablado también, en un sentido amplio. "Se equivocan si sólo buscan los jóvenes que están llamados a una vida religiosa o sacerdotal", afirma Manu.
Ligado con esta cuestión, les hemos preguntado si la Iglesia y su vivencia de fe les ha ayudado a orientar qué hacer con sus vidas, a saber ver qué sentido le quieren dar concretamente. "Yo me he dado cuenta de que no puedo vivir la fe solo", dice Héctor. Se refiere a "la necesidad de compartir esta experiencia" y asegura que "cuando tienes oportunidad de hacerlo, es una pasada porque ponerlo en común da mucha riqueza, mucho color y mucho gusto". Y aquí pone como ejemplo los grupos de revisión de vida.
Gisela considera que estos grupos, movimientos o, en su caso, la prelatura del Opus Dei, "son el canal que ha utilizado Dios para hacernos ver nuestra vocación". Y en este sentido reconoce que "la formación que recibes es un medio y no un fin en sí misma".