A partir de sus inquietudes sociales y religiosas, un grupo de empresarios industriales de la ciudad, Antiguos Alumnos de los Salesianos de Sarrià, Hosrta y Mataró, pidieron la fundación de una Escuela Profesional Salesiana en Terrassa. Con el apoyo del Alcalde de la ciudad, eclesiásticos y otros ciudadanos, se fundó la «Comisión Local Pro-Edificios Religiosos y Culturales» que empezó a reunir dinero para iniciar las obras. En enero de 1957 se firmaban, por el precio de 50.000 pesetas, las escrituras de compraventa de los terrenos que el Alcalde habría bloqueado frente a presiones externas.
En setiembre del mismo año, el salesianos Rómulo Piñol, junto con su hermano César Piñol y su madre Teresa Aresté, se instalaron en Can Trullás. Vivían en una casa pequeña, cerca de la riera y con mucha precariedad, en el barrio de La Maurina, un barrio de inmigrantes que se estaba formando en las afueras de Terrassa, muy pobre y sin apenas servicios ni infraestructuras, conocido como “El Barrio de las Latas”.
El primer edificio que se construyó fue el que va desde la puerta de la calle San Luís hasta la actual recepción del colegio, y otro más bajo y perpendicular al primero, donde se encuentra el taller de mecánica.
Precisamente mecánica fue la materia principal en los primeros años de la Escuela Profesional. Los primeros alumnos venían de la empresa AEG, con mucho peso en la ciudad, que también colaboró cediendo algunas máquinas para el taller.
Con la llegada de dos salesianos más, se constituyó la Comunidad Religiosa Salesiana que empezó a recibir alumnos de Educación Elemental, de los seis a los ochos años: unos ochenta, que tenían que hacer un largo camino a pie hasta llegar al colegio y que encontraban en Don Rómulo y su familia, su segundo hogar.
Enseguida nacieron el Club Deportivo DOSA, el Grupo de Teatro y el Oratorio Festivo. En 1962 se erigió canónicamente la Parroquia de María Auxiliadora, a pesar de que las actividades pastorales no se iniciaron hasta el 1964.
Mientras tanto, y viviendo aún en la casita, la comunidad sufrió el desastre de las riadas del setiembre del 62. Escapando por una ventana y unas escaleritas que comunicaban con el taller de mecánica pudieron salvarse, pero lo perdieron todo. Los primeros auxilios llegaron de los Salesianos de Sabadell y, una vez restablecidas las comunicaciones, de la Casa Inspectorial de Sarriá.
El verano de 1963, Don Rómulo y el resto de salesianos derrumbaron la casita donde habían vivido hasta entonces y en su lugar hicieron construir el taller de electricidad, el piso superior de aulas, los locales del Centro Juvenil y unas sencillas habitaciones para la Comunidad Salesiana.
Las obras se fueron ampliando con la inauguración del comedor, la iglesia grande, la ampliación de los talleres profesionales, el teatro, los pabellones de las aulas y el condicionamiento de los patios. Don Rómulo ya de mayor repetía: “Fue un comienzo difícil. Por eso los pedruscos menos agraciados se ponen en los cimientos por qué no se ven”.
Hay que reconocer que Don Rómulo tenía espíritu de fundador. Él mismo está en los orígenes de las casas de Madrid-Vicálvaro y Atocha, Terrassa y Barcelona-Ciutat Meridiana.