“Desde hace muchos años, diría que desde que era una muchacha, Dios me concedió el don de ser sensible a las necesidades de los que me rodeaban, y más se abría mi corazón, si se trataban de personas desfavorecidas.
Paralelamente, a lo largo de mi vida, he recibido y me he preocupado por recibir formación sobre los más diversos temas: animación, educación, espiritualidad, desarrollo personal, catequesis, salesianidad… y mira por donde, surge en mí una inquietud que me va a llevar a un campo de formación inexplorado: hacer un camino de discernimiento para descubrir si el Señor me pide que realice una experiencia de voluntariado de larga duración dentro de la ONGD Solidaridad Don Bosco, a la que pertenezco desde hace tiempo como socia. Esta opción abre una puerta que me permite entrar en un proceso formativo, junto a un grupo de personas que me enriquecen enormemente. Lo que estoy aprendiendo era inimaginable para mí cuando inicié el camino, y mi motivación va creciendo con el paso de los meses.
Curiosamente descubro en mí, y comparto con vosotros, el gran desconocimiento que en general tenemos sobre temas como cooperación internacional, comercio justo, educación para el desarrollo, situación política y económica de tantos países empobrecidos, voluntariado internacional…
Quizás nos parezca un mundo demasiado alejado de nuestra realidad cotidiana e intereses, pero lo cierto es que para colaborar en la transformación de un mundo tan injusto como el nuestro, lo primero creo que es transformarnos a nosotros mismos y para ellos es necesario conocer, reflexionar en grupos, participar en foros, hacer cursos, en una palabra: ¡Formarnos en y para la solidaridad! “