Artículo publicado en Levante-EMV
El colegio Salesiano San Juan Bosco de Valencia cuenta con una escape room matemática con la cual el alumnado de Bachillerato pone a prueba su ingenio y lógica, pero, sobre todo, sus conocimientos matemáticos.
Las consecuencias del cambio climático se han acelerado y la especie humana está casi extinguida. Para que la humanidad sobreviva necesitará que las nuevas generaciones tengan, ingenio, intuición y dominen las Matemáticas. Por eso, antes de salir al mundo exterior -devastado por el deshielo, el aumento de las temperaturas y la desaparición de las cosechas-, el alumnado más mayor de la escuela tiene que superar una prueba. Este es el punto de partida del escape room que Samuel Cortés, profesor de Matemáticas al Colegio Salesiano San Juan Bosco de Valencia, ha creado para su alumnado, y en la cual combina problemas matemáticos con juegos de lógica y de manipulación, junto con una buena dosis de ingenio.
Los juegos de escape están de moda los últimos años y cada vez son más los docentes que ven en ellos un nuevo recurso didáctico para llevar al aula. Durante poco más de una hora, el escape room de esta escuela concertada, hace que los alumnos del Bachillerato de ámbito científico trabajan Trigonometría, que calculen ángulos y distancias en un mapa o que apliquen la lógica a un buen puñado de objetos.
Más que una room, la de los salesianos es una escape cage, puesto que es una jaula que Cortés ha creado con vallas, en una parte del sótano del pabellón deportivo. Una vez dentro, el alumnado tiene que resolver una serie de pasos y enigmas que se encuentran repartidos en diferentes espacios. Una estantería con libros, cajones y cajas cerradas con clave, un móvil, un teléfono fijo, carteles, botes con legumbres y utensilios de cocina… todo es susceptible de ser una pista o de esconder algo, pero también está lleno de elementos distractores, avisa el profesor. El que sí que está claro es que el tiempo no se para y corre en contra de los participantes, como bien recuerda un esqueleto que forma parte del decorado. «Aquí tienen que pensar por sí mismos, porque están rodeados de cosas, no es como en clase, que saben que tienen que seguir una receta para encontrar las soluciones», explica Cortés, que estuvo un par de meses pensando cómo plantear la actividad.
Según el docente, «los principales objetivos son sacar al alumnado de clase y crear un ambiente agradable, motivarlos, y hacer que piensen y trabajen en equipo». «De la Secundaria a Bachillerato hay un salto muy importante, y en la asignatura de Matemáticas es en la que más se acusa, porque el temario es muy denso, tenemos que ir muy rápido, algunos no tienen muy buena base, las notas son malas… y a veces se crea la idea que aprobar es imposible, lo que va en contra de que el alumno luche y se esfuerce para sacar la asignatura adelante. Muchas veces me ha costado hasta abril o mayo que se dejen ayudar», lamenta Cortés. Por eso, añade, «la idea es crear un buen ambiente, porque yo sé que el principio de curso es duro y soy consciente de sus problemas».
Muchas de las diferentes pruebas que tienen que superar sirven para repasar cuestiones sobre los números reales, las raíces o los logaritmos; ecuaciones de todo tipo; trigonometría; números complejos y la representación de coordenadas… en definitiva, un resumen de lo que han estudiado durante la primera evaluación.