Hablar de cifras, estadísticas o porcentajes en temas como la pobreza, la acción social o las necesidades básicas a menudo podría parecer frío o distante, pero es necesario. Los números no mienten y sentir que 1,2 millones de personas se benefician de la acción social de las entidades de Iglesia impresiona. Este sábado por la mañana se ha presentado el informe ‘Las entitdades de acción social de Iglesia’, un estudio realizado por la Fundación Pere Tarrés, la cátedra de Inclusión Social de la Universitat Rovira i Virgili i el Campus Docente Sant Joan de Déu. Una radiografía que ha contado con dos partes, una primera parte cualitativa y otra cuantitativa.
El delegado de Pastoral Social, Josep M. Jubany, ha remarcado la necesidad de un informe como este: "Se desconoce la acción que hacen pequeñas entidades menudo al abrigo de parroquias o congregaciones", un trabajo a menudo silenciado que por el director de Formación Consultoría y Estudios de la Fundación Pere Tarrés, Rafael Ruiz de Gauna, aglutina una necesidad: "explicitar qué hacemos las entidades de Iglesia".
La presentación, a cargo de Àngel Belzunegui,de la Cátedra de Inclusión Social de la URV, y Marina Aguilar, investigadora de la Pere Tarrés, ha sido moderada por el periodista Jordi Llisterri y ha puesto de manifiesto algunas conclusiones importantes que sitúan a las entidades sociales de Iglesia como "las más eficaces en detectar las nuevas necesidades". Belzunegui ha recordado que en 2007 fue Cáritas quien comenzó a hablar de crisis. Unas entidades que "trabajan como vasos capilares, detectan cambios sociales y nuevas pobrezas".
A continuación algunas cifras que pone de manifiesto el estudio:
El número de beneficiarios de las entidades sociales de Iglesia son 1,2 millones de personas, que representaría un 16% de los catalanes.
Movilizan 18.850 voluntarios, en su mayoría mujeres, entre 50 y 60 años.
Gestionan 168 millones de euros cada año y un 65% provienen de ingresos privados. Cada euro de la Administración destinado a las entidades de Iglesia se multiplica por cuatro.
El 42% de las entidades nacieron a partir de Institutos de vida consagrada. 39% a partir y parroquias de diócesis, y el 19% a partir de la iniciativa de laicos. Esto está cambiando. Las congregaciones envejecen o desaparecen y se está produciendo una concentración de la acción social. Algunas entidades tradicionalmente de congregaciones y órdenes religiosas son a menudo asumidas por otras instituciones eclesiales.
El número de beneficiarios de estas entidades llega al 1,2. Curiosamente concuerda con la cifra de pobres en Cataluña. Los usuarios han cambiado notablemente. Ahora hay un 61% de personas con nacionalidad española. Destaca que el 40% de los usuarios atendidos están solos. Hay personas multivulnerables, que necesitan una atención integral.
El voluntariado es el grueso, esto diferencia las entidades de Iglesia de otras grandes organizaciones. El 83,4% son voluntarios, en su mayoría mujeres, entre 50 y 60 años. La acción social de la Iglesia está feminizada. El impacto económico del trabajo que realizan las entidades de Iglesia es de 96 millones de €. El 65% de los recursos vienen de fondos privados. Esto desmiente la idea menudo extendida de que el Estado mantiene la Iglesia. El 35% de ingresos restantes provienen de convenios con la Administración, para hacer el trabajo que el Gobierno no puede asumir. El informe pone de manifiesto que cada euro de la Administración destinado a las entidades de Iglesia se multiplica por cuatro.