Ser voluntario o voluntaria en cualquier entidad supone las ya típicas cuestiones de querer, saber y que te den la oportunidad de hacerlo, pero aún más importante que todo ello es la vocación de darse de forma altruista, es decir, hacer de nuestro proyecto de vida un proyecto para los demás.
El modelo de sociedad que compartimos nos come entre las demandas del mercado, los deseos materiales y la falsa necesidad de inmediatez que hacen que vivamos todo el día exigiéndonos a nosotros y nosotras mismas ser más productivos, que nos organicemos de forma más ágil y que seamos rápidos en recaudar lo que se nos debe por nuestro trabajo. Por ello, la pregunta llegados a este punto es ¿y qué nos puede ofrecer una entidad de tiempo libre con respecto a esto?
El voluntariado en el tiempo libre debe formar parte de otro paradigma, debe suponer cambiar la prisa de la sociedad por la reflexión que te da una marcha por la montaña, cambiar los chats de whatsapp desde un prestigioso smartphone por las valiosas conversaciones cara a cara y nos debe posibilitar cambiar las demandas del mercado por un “yo lo hago” que no se paga ni con todo el oro del mundo y es que, de lo contrario, nos ganarán todos los cines, centros comerciales, boleras y restaurantes de comida rápida del mundo, pero a eso amigos y amigas, a ofrecer algo diferente no nos gana nadie.
No obstante, para ofrecer algo diferente tenemos que ser gente distinta y no basta con decir lo soy, hay que vivir diferente, pensar diferente, hacer diferente y aceptar las diferencias de los demás, porque, a fin de cuentas, si queremos proponer algo distinto deberemos de ser ejemplo de ello, ¿no?
Ojalá consigamos ser espacios donde se pueda hablar de que lo diferente también vale, de que lo que más vale no es lo que más cuesta y de que cada uno de nosotros, desde aquello a lo que nos dediquemos nos podamos dar a los demás cueste lo que cueste.