La carta del Rector Mayor al inicio del año, titulada "Como Don Bosco con los jóvenes y para los jóvenes", estaba dirigida a toda la Familia Salesiana y fue el comentario del Aguinaldo 2015. Esta carta que llega ahora, justo antes de la celebración del bicentenario del nacimiento de Don Bosco, es la segunda carta dirigida a la Congregación. He aquí algunas líneas de lectura de la carta que ofrece don Francesco Cereda, Vicario del Rector Mayor.
La carta desde el título expresa su intencionalidad fundamental. Su objetivo es poner de relieve los frutos esperados por la celebración del Bicentenario de la Congregación. El Bicentenario provocó, sin duda, una mayor proyección externa del carisma de Don Bosco, más visibilidad, una conexión más viva con la Familia Salesiana, un compromiso más directo con la iglesia local y el territorio, y sobre todo una mayor participación de la juventud.
El Rector Mayor, sin embargo, tiene la intención de poner en relieve los efectos "más profundos e íntimos" del Bicentenario, es decir, aquellos que producirán más vida y vitalidad a la Congregación, más identidad y pertenencia. En este sentido, el Bicentenario ha sido y es un "año de gracia" para toda la Familia Salesiana.
El primer fruto que se espera es la felicidad de cada salesiano. El Rector Mayor, como Don Bosco, quiere que cada hermano pueda vivir la alegría de su vocación. No se puede comunicar a los jóvenes la alegría del Evangelio, “Evangelii Gaudium”, si no se vive la alegría de la vocación. Para ello, el Rector Mayor muestra cercanía y comprensión para aquellos hermanos que están en dificultad y vocacional y los invita a "volver al amor primero", a los momentos de la primera respuesta vocacional, a amar al Señor Jesús y a Don Bosco. También pide que la comunidad ayude a eliminar los obstáculos que crean una falta de sentido de pertenencia, frialdad relacional, el cansancio espiritual o el escaso celo apostólico.
Otros frutos que espera el Rector Mayor se refieren a lo que ya había expresado en el discurso de clausura del Capítulo General 27 y en su primera carta a la Congregación en septiembre pasado. No es una repetición de ideas, sino más bien una reiteración de las propuestas fundamentales del sexenio y que han sido señaladas desde el principio, pero cada vez con mayor especificación. Por otro lado, el Rector Mayor considera que es importante no dispersarse en múltiples frentes sino a que los salesianos se centren en las mismas tareas básicas propuestas a la Congregación. En una cultura de la dispersión y la fragmentación es importante la concentración y la convergencia, algo recalcado por el Papa Francisco con motivo de su visita a Valdocco el 21 de junio.
El Rector Mayor pide a los salesianos concentrarse en los principales desafíos a los que la Congregación se enfrenta. En primer lugar, les pide dar sus frutos en su vida espiritual y en su capacidad de lectura creyente de la realidad, en su búsqueda de Dios, en su permanencia en Cristo y en el amar y dar mucho fruto. También les reitera el compromiso con los jóvenes más pobres, que a los propios salesianos los convierte en pobres; se trata de un recorrido que requiere opciones concretas para con los pobres y el abandono de la mentalidad de poder y de fuerza.
Don Ángel Fernández Artime, por último, les pide sintonía con la Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium” del Papa Francisco y no tener miedo de hacer frente a los desafíos de la evangelización, no detenerse en el umbral de la propuesta del Evangelio, tener la valentía de proponer a todos vivir la vida como Jesús vivió, para ser así auténticos evangelizadores y educadores en la fe. El Rector Mayor pide a los salesianos casi un examen de conciencia personal y comunitario: ¿Hemos dado pasos para hacer frente a estos desafíos en el camino que la Congregación ha emprendido?
Si el punto de partida para el Rector Mayor es el sueño de una Congregación Salesiana feliz, el punto final es la realización de una Congregación misionera. Esto es parte de su identidad desde el comienzo de su historia porque Don Bosco soñó con una congregación de estas características y dio pasos concretos para hacer realidad este sueño.
La orientación misionera es una gran riqueza de la Congregación. Ahora los salesianos son más conscientes y seguros de que esta perspectiva debe caracterizar el presente sexenio. Cada salesiano debe ser misionero; la Congregación para ser fiel al Evangelio, a la Iglesia y a Don Bosco debe ser misionera; los hermanos que se sienten llamados a la vida misionera explícita no deben tener miedo de enviar su solicitud al Rector Mayor; las Inspectorías y los inspectores sean generosos en el fomento de las vocaciones misioneras.