Con 17 miembros (un sacerdote, 15 clérigos y un estudiante) además del propio Don Bosco, que tenía 44 años, con el nombre de Pía Sociedad de San Francisco de Sales en honor al obispo de Ginebra, a quien siempre admiró hasta el punto de elegirlo como protector y modelo de su nueva congregación.
El sueño que tuvo a los 9 años marcó la vida del pequeño Juan Bosco. Tardó en interpretarlo, pero cuando comprendió lo que significaban los lobos, las ovejas y la mujer que brillaba junto a él lo puso en práctica hasta el último día de su vida.
Cuando ingresó en el seminario mayor de Turín, Don Bosco empezó, con la aprobación de sus superiores, a reunir todos los domingos a un grupo de chiquillos abandonados de la ciudad en una especie de escuela y lugar de recreo al que llamó Oratorio Festivo.
Ese primer oratorio se llamó San Francisco de Sales. La primera iglesia construida en Valdocco por Don Bosco fue dedicada a San Francisco de Sales. En su habitación, Don Bosco tenía un letrero en el que estaba escrito el famoso mensaje divulgado por él "Da mihi animas, cætera tolle" ("Dame almas, llévate lo demás"), una frase bíblica que solía repetir San Francisco de Sales.
El apelativo salesiano hace, por tanto, referencia al obispo de Ginebra, pero no sólo a su persona, sino también a su espíritu y a su mensaje, transmitidos por Don Bosco. Este sentido salesiano se ve en toda su autenticidad en un pequeño tratado que escribió sobre el Sistema Preventivo y cuya puesta en práctica supone la bondad, dulzura y mansedumbre del que, junto el amor, surge la espiritualidad salesiana, que es la espiritualidad de Don Bosco.
No tardó en darse cuenta de que todo el bien que hacía por sus chicos se perdía con las malas influencias del exterior y decidió construir sus propios talleres de aprendizaje. Los dos primeros fueron inaugurados en 1853. En 1856 había ya 150 internos, cuatro talleres, una imprenta, cuatro clases de latín y 10 sacerdotes. Los jóvenes externos eran 500.
En diciembre de 1859, Don Bosco y sus compañeros deciden finalmente organizar la congregación, cuyas reglas habían sido supervisadas por Pío IX. El 2 de febrero de 1860 es aceptado el primer coadjutor. El 23 de julio de 1864 llega de la Santa Sede el "decreto de alabanza de la Sociedad". Más tarde, el 1 de marzo de 1869, 15 años después, llega su aprobación y, finalmente, el 3 de abril de 1874 llega la aprobación de las Constituciones por parte de la Santa Sede.