En el evento de la Expedición Misionera Salesiana, este año se realizó una novedad particular: la Cruz Misionera. Una novedad destinada a convertirse en una tradición, ya que a partir de este año será la Cruz que el misionero recibirá cada año. Presentamos a continuación el significado de los signos que acompañan la Cruz Misionera:
– Significado de la Cruz: El primer símbolo poderoso es la cruz en sí misma. La recepción de la Cruz encierra tantos sentimientos y desafíos espirituales. Centra la vida misionera en la persona de Cristo, y en el Crucificado. Implica recibir para luego ofrecer las grandes enseñanzas de la Cruz: El amor infinito del Padre que entrega lo mejor de sí: su Hijo; el amor hasta el fin, obediente y generoso que se entrega a la voluntad del Padre por la salvación de la humanidad.
– La misión y la Cruz: En la iconografía misionera tradicional se aprecia al misionero mostrando la cruz a las gentes. Ese gesto, que puede parecer para algunos un poco cándido, significa para nosotros salesianos que “nuestra ciencia más eminente es conocer a Jesucristo, y nuestra alegría más íntima, revelar a todos las riquezas insondables de su misterio” (Const. Salesianas 34).
– El Buen Pastor: La Cruz se vive como parte de nuestro carisma en la entrega pastoral ilimitada. El Buen Pastor revela la cristología salesiana: la caridad pastoral, núcleo del Espíritu Salesiano, “la actitud que conquista mediante la mansedumbre y la entrega de sí mismo” (Const. 10-11).
– Da mihi animas coetera tolle: “Dame almas y llévate lo demás”, es el lema que desde el inicio caracterizó a los hijos de Don Bosco. Esta breve oración salesiana, en contexto misionero, adquiere un particular brillo: dejar todo, hasta la propia tierra, seguridades, cultura, para dedicarse sin límites a los que serán enviados para ser instrumentos de salvación para ellos.
– El Espírito Santo desciende sobre el Buen Pastor, como lo hizo en el Jordán, pero ahora en Cristo presente en el dinamismo pastoral de su Iglesia. Toda la actividad misionera sin el Espíritu Santo, sin su luz, sin su discernimiento, sin su fuerza y su santidad, se reduce a apenas un conjunto de actividades, muchas veces vacías de contenido, realizadas apenas en lugares distantes.
– Mt 28, 19: “Euntes ergo docete omnes gentes baptizantes eos in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti” se encuentra en el corazón del envío misionero del Resucitado. El texto entrega el osado mandato de formar a todos los pueblos para que sean seguidores, discípulos de Jesús (el texto griego acentúa el “hacer discípulos” mathêteúsate, mas que “enseñar” docete). La evangelización, la plenitud de la gracia, llega por medio de palabras y obras, siendo la mayor de todas las gracias sacramentales la del bautismo, que sumerge a la persona en el misterio de Dios comunión.