La historia de Ibrahim, de 16 años, es la de tantos otros jovencitos: la pobreza en el país, la falta de futuro, los sacrificios de toda una familia, y luego, el viaje de la esperanza en la balsa por el Mediterráneo, que discrimina la vida de muchas personas. Hay quienes no pudieron finalizar el viaje, como el caso de su hermano mayor desaparecido en el mar en el mes de abril de 2011; y que, como él, reciben una segunda oportunidad en la vida. Ibrahim mira hacia el futuro con esperanza porque ha sido acogido en la comunidad educativa salesiana para muchachos “16 de agosto” en Bari.
El joven egipcio proviene de un pequeño pueblo, donde la vida nunca no es fácil. La energía eléctrica está disponible sólo durante unas pocas horas al día y el agua es a veces un espejismo. A pesar de la experiencia trágica de su hermano mayor, su realidad fue tan carente de esperanza, que la familia decidió pagar a los mercenarios de la vida humana la gran suma de 3000 euros. Este dinero se obtiene solamente vendiendo gran parte de lo que se tiene en la familia, incluyendo el pequeño pedazo de tierra y los animales presentes, como único sustento.
Después del viaje por el mar, Ibrahim cayó de la nave, junto con otros 545 migrantes, incluidos 41 menores de edad, el pasado 1 de abril. Ibrahim, permaneció sentado en el puerto de Salerno, a la espera de escuchar la voz de su madre, y con la esperanza de crecer con seguridad, y sobre todo con la garantía de un futuro digno.
En compañía de Mohamed y Ahmed, otros dos menores egipcianos que desembarcaron en Italia, Ibrahim fue llevado inmediatamente y recibido en la comunidad educativa “16 de agosto” de Bari, gestionado por la asociación "Pequeños pasos grandes sueños."
La acogida se llevó a cabo el día en que se celebraba el 82 aniversario de la canonización de Don Bosco, como para demostrar que el Santo de los jóvenes después de tantos años, sigue manteniendo abiertas las puertas de su casa para dar cabida a los muchachos con problemas.